jueves, 24 de enero de 2008

Marinera ®

Escrito por Aquiles Cabrera
Especial para Día Treinta
Cecilia Gurmendi patentó hace poco en Chile la marinera y desencadenó con esto una ola de extrañeza nacional. ¿Verdadero patriotismo o simple astucia de inmigrante? Los nacionalistas más recalcitrantes ven con buenos ojos esta “jugada” legal, mientras que otros consideran el golpe de la patentadora como una forma imaginativa de ganar dinero.





El Perú es un país muy difícil de comprender, una especie de Macondo en extinción. Aunque no lo aceptemos, lo que en realidad queremos es aniquilarnos a nosotros mismos. No nos gusta el Perú, somos unos acomplejados y unos masoquistas. Lo dicen de forma moderada los psicoanalistas y sociólogos.

Si no es una cosa es otra. Nuestra compatriota Cecilia Gurmendi ha patentado la marinera en Chile como suya por diez años y su esposo pretende inscribir al Señor de los Milagros. Aunque el presidente del club libertad, Fernando Burméster, haya dicho que en verdad esa señora nunca campeonó en El Festival de la Marinera de Trujillo, y ella haya venido a participar con 6 parejas desde Chile; esto ha originado más de una controversia y abre -prensa de por medio- heridas que nunca se terminan de cerrar.

El conflicto interno que llevamos todos los peruanos con Chile (y viceversa) es delicado. Seguimos recordando la Guerra del Pacífico que terminó en 1883. Atención, las dos guerras mundiales trajeron muchísima más muerte y pobreza para los países europeos, que se han levantado muy bien en poco más de 60 años. La Comunidad Europea debería de servirnos como ejemplo.



¿Hasta dónde podemos llegar?

De niño no comprendía por qué Oliver Atton y sus amigos “Los súper campeones” insistían en llamarle “chilena” a la “chalaca”, pensaba que era un problema de arbitrariedad lingüística como “palta” y “aguacate”. Pero no. Siempre hay algo por lo qué discutir, un estribillo paranoico con el que reclamar. “El Perú tiene algo, Chile nos lo roba” es la frase más recurrente. ¿Acaso tenemos mentalidad de niño de 5 años?

Hace poco se vendió Wong a inversionistas chilenos. Se armó la grande. Ahora que nuestro país presenta una demanda limítrofe contra Chile ante la Corte de La Haya, el gobierno chileno le ha quitado el carácter de urgente al trámite que el Senado debía iniciar sobre la ampliación del ACE (Acuerdo de Complementación Económica) con Perú. El problema del pisco ya nos lo sabemos todos de memoria: insistimos en que el pisco es nuestro cuando chile lo vende y lo distribuye mejor. Afirmamos tajantemente que no hay otro cebiche como el nuestro, pero ¿no se les haría agua la boca igual con un buen cebiche ecuatoriano?

Otros productos como el suspiro limeño, el limón y la papa a la huancaína ya están en Chile. ¿Debemos estar agradecidos de que allá no exista el maíz morado y así no pueden patentar nuestra chicha y mazamorra moradas? ¿O debemos esperar a que lo hagan para empezar a consumir mazamorra como locos?

Habrá que estar preparados para el momento en que algún peruano que vive en el extranjero se le ocurra demandar a la ONU por haber declarado el 2008 como “Año internacional de la papa”, ya que en la mente de ciertos individuos la papa es solo nuestra y de nadie más, cuando lo cierto es que alimenta a más de la mitad de la población mundial.

No seamos alarmistas. No se puede convivir con gente que piensa que si nosotros copiamos tradiciones de otros países, somos unos alienados; y si otros países copian costumbres nuestras, entonces son unos “rateros”.

¿Debemos entonces dejar de bailar salsa? Los puertorriqueños tendrían todo el derecho de quejarse. Ya no contratemos mariachis a los cumpleaños y aniversarios de nuestros familiares. Colombia podría prohibir el uso de la palabra cumbia en nuestro país ¿Se pueden imaginar un Perú sin cumbia? ¿Y qué decir del reggaeton, el techno, el trans y de la samba brasileña?

Esto también quiere decir que los amantes del tango tendremos que privarnos de versos tan universales como “Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás” y “En tu mezcla milagrosa de sabihondos y suicidas, yo aprendí filosofía... dados... timba... y la poesía cruel de no pensar más en mí.”

En Argentina, la música es una industria feliz. Pero en 1982, con la Guerra de Malvinas, la música extranjera estuvo prohibida. Esto les sentó muy bien en su momento a Charly García, Luis Alberto Spinetta y León Gieco. Ante todo, la música, como cualquier arte, es un patrimonio de la humanidad.



Las hermanitas del pañuelo

La cueca y la marinera son hermanas muy parecidas. La madre de ambas es la zambacueca, después llamada zamacueca. Argentina y Chile, cuando conocieron estos bailes, dividieron el nombre según sus intereses: y en se le llamó “zamba” en el país de Maradona y “cueca” para la tierra de Iván Zamorano.

“La zamba argentina y la cueca chilena fueron adaptadas del Perú, centro de dispersión de esta clase de bailes. Se bailaba mucho en Arequipa en 1825 y Palma afirma que eran conocidas ya en 1780” .*

La cueca ya se difundía masivamente en Chile en 1824 y nadie duda de su parentesco con la marinera y de sus raíces afro-peruano-españolas, al igual que con nuestra danza de bandera. Ahora bien, resultó que debido al parentesco con la danza del país del sur, la zambacueca se hizo conocida como “chilena” hasta que se inició la Guerra del Pacífico. Fue el escritor huamachuquino Abelardo Gamarra “El Tunante” quien le dio el nombre de “marinera” como homenaje a Miguel Grau. Gamarra cuenta la historia en su "Rasgos de Pluma": "El baile popular de nuestro tiempo se conoce con diferentes nombres: se le llama tondero, mozamala, resbalosa, baile de tierra, zanguaraña y hasta el año 1879 era más generalizado llamarlo chilena. Fuimos nosotros quienes una vez declarada la guerra entre el Perú y Chile creímos impropio mantener en boca del pueblo en sus momentos de expansión semejante título, y resolvimos sustituir el nombre de chilena por el de marinera, tanto porque en aquel entonces la marina peruana llamaba la atención del mundo entero y el pueblo se hallaba sumamente preocupado por las heroicidades del Huáscar, cuanto porque el balance, movimiento de popa, etc., de una nave gallarda, dice mucho del contoneo y lisura de quien sabe bailar, como se debe, el baile nacional".*


Ay, marinera

Marinera, la de los tiempos de mis abuelos,
cuando los hombres sacaban con sus pies chispas del suelo,
y las mujeres usaban el calzón como pañuelo.

Comienza la música y la pareja de bailarines se mira fijamente a los ojos, sin importar la distancia que de momento los separa. Ella, la mujer, la hembra segura de sí misma, siempre sonriente y llena de encanto, le lleva la delantera y levanta su pañuelo, lo ondea con gracia sin par, sonriéndole al amor y a la vida y luciendo, en su paseo breve y pausado, toda la magia que el varón desea conquistar. Desde lejos, sombrero en mano, él la saluda y le anuncia, con su paso decidido y elegante, que no piensa quedarse atrás. Se acercan, se coquetean y nos hacen creer por unos minutos que bailar es soñar con los pies. La marinera es un juego en el que el hombre y la mujer compiten por quien conquista a quien.

La "Marinera", consta de las siguientes partes: Primera de jarana, Segunda de jarana y Tercera de jarana; Resbalosa y Fuga. Esto es lo que se entiende por una "Marinera completa". Se puede ejecutar en tonos mayores o menores, pero nunca se iniciará la primera parte en tono mayor y la Resbalosa o la Fuga en tono menor, ni viceversa. **


El Festival

La última semana de enero de cada año, desde 1960, se celebra el Concurso Nacional de Marinera en la ciudad de Trujillo, organizado por el Club Libertad.

“La cabeza visible, y también la real, de la organización del concurso es el mismo presidente del club, sin embargo se elige una reina para promocionar el evento, para hacer de anfitriona en el desarrollo del mismo y su imagen es un importante catalizador de protestas y encarna, en su vestuario, los símbolos del poder; aunque su función es decorativa su paseo por el centro del escenario y su exhibición de baile es materializado en el momento más expectante del concurso” ***

Más allá de toda discrepancia, El festival de la Marinera es, de lejos, uno de los atractivos turísticos más importantes de la ciudad. La directora regional de Turismo, Elina Barturén De Lucio, afirmó: “Toda esta celebración proyecta movilizar a más de 20 mil turistas y estoy segura que vamos a superar esa cifra porque desde los últimos cinco años se ha dado un incremento de visitantes del ocho por ciento anual”. Eso es algo que todos celebramos.
Coda

Cuidado, señores. Falta nomás que en una ciudad como Tokio, New Yersey, Santiago de Chile, Madrid o cualquier otra donde la presencia de los peruanos es muy grande, aparezca otra Cecilia Gurmendi y compañía que, con el cuento de defender el patrimonio cultural del Perú, intenten patentar el Festival de la Marinera de Trujillo y las cosas se pongan color hormiga. ¿Qué pensarían de todo esto los eternos organizadores del evento? Y, sobre todo, ¿cuál sería la reacción de los trasnochados nacionalistas peruanos?

----------------------------
* José Gálvez. Apuntes para la historia de la marinera limeña.
** Nicomedes Santa Cruz. La Marinera
*** Daniel Díaz Benavides. Marinera Norteña