martes, 14 de septiembre de 2010

Queríamos tanto a jaime bayly

Muramos, Beto Ortiz!


David Novoa, barrendero

Aún recuerdo los primeros programas de Jaime Bayly en los noventas: lo mundanos, ingeniosos y divertidos que eran: y mejores cuando sacaba del bolsillo el libro que leía por esos días y se mandaba, así ligerito de huesos, con reflexiones literarias por televisión. Con eso me ganó.

Lo veíamos jugando a la farándula, gozándola, ganando su billetazo de estrella mediática, pero detrás de esa circunstancia también descubrimos al patita cultivado, al alma sensible, al pituco inteligente.

Al menos -en contraste con los miles de profesionales analfabetos de mi generación- a alguien que se conmovía y se enriquecía a través de este hábito tan estimulante a la mente y al alma que es la lectura.

En aquel entonces ni nos imaginábamos que Bayly soñaba con ser escritor. Más bien fue Beto Ortiz quién irrumpió en los diarios más importantes del Perú con sus crónicas redactadas en una prosa prodigiosa, cuya musicalidad y riqueza de imágenes te llevaba a estados de embeleso. Crónicas literarias que luego transformó en reportajes televisivos, los que terminaron conduciendo sus pasos hasta el protagónico set de un programa de televisión.

Lo demás es por todos sabido.

Hablar de cualquiera de los dos es redundante en el Perú. Aunque con más tino y éxito –facilitado por su status elevado y por su apariencia más agraciada- igual Bayly rodó como cordero en el matadero de los noticieros amarillistas y de los programas faránduleros. Sin embargo, logró su cometido inexorable e inamoviblemente porque como bien ha confesado en sus últimos programas, el destacado periodista ya ha cumplido los dos más importantes sueños de su vida: Conocer el amor y ser, mal que bien, un escritor.

Ortiz, por otra parte, gordito nerd del colegio, blanquito clasemediero, fue becario a punta de intelecto en la universidad de Lima donde, como Bayly, tampoco concluyó sus estudios profesionales porque simplemente no los necesitaba. Y bien que lo han demostrado los dos con sus libros, con sus éxitos y reveses televisivos, con su amor-odio con los políticos de turno y con su liderazgo de opinión que en el caso de Bayly ha empezado a influir ya en otros aspectos de nuestra convivencia nacional.

Que Bayly es más exitoso que Beto, nadie lo pone en tela de juicio. Que Beto escribe mejor que Bayly, eso sólo lo saben los que leen. (Por ejemplo, Bayly que lee, lo sabe).

Que Bayly es leído porque su popularidad televisiva lo ha erigido como un icono de nuestra idiosincrasia, es una verdad que se puede inferir fácilmente. Que a Beto lo lean los pocos miles que realmente disfrutan de la lectura en el Perú es una simple verdad.

Bayly no escribe mal. Claro que no. Es cautivante, soberanamente ameno y efectivo, pero Beto Ortiz es un poeta. Y como todo buen poeta, más para su mal que para su bien. Un poeta es otra cosa. Los límites de su experiencia son más desprejuiciados –y por ende más profundos, amorales incluso- y eso aflora en su conmovedora y, a veces genial, prosa. Beto ha besado literalmente los labios del Perú real que Bayly sólo mantiene como un amigo de lejos, al que no deja entar a su casa. (Como hizo con Tongo quien tanto le pedía visitar su hogar y conocer a sus hijas y al que, al parecer, nunca le permitió esa intimidad amical).

Pero nada de esto es malo. Nada de esto nos vela la visión real de este dúo de peruanos capazotes y brillantes. Nada. Nada hasta esta última pelea que ha desenmascarado la servidumbre de los dos por el dios de la Arrogancia y la Venganza.

En síntesis -y como vimos todos por televisión- Ortiz se comportó como dice el mismo Aldo Miyashiro: absurda, necia, torpe y tontamente. Expuso en su programa Enemigos Públicos a la familia de Bayly al denunciar los montos de sus nuevos lujosos departamentos, brindando las direcciones y las imágenes de su ubicación. En nuestro peligroso contexto urbano donde roban y secuestran, donde extorsionan y asesinan ese fue un acto erróneo.

La verdad ni el más cruel de los malos, ni el más corrupto de los políticos merece ser regalado así a los choros. Así tan papayita, no pues. Pero ha sido la respuesta de Bayly la que nos ha estimulado estas reflexiones. Que se haya disgustado es normal, inclusive que hasta haya hecho despedir a Beto Ortiz del programa que conducía y que era su principal medio de vida, es aún humano. Una por otra.

Es feo, claro, como el noventa por ciento de la peruanidad, más peruanamente hablando, hasta eso se acepta. Sin embargo, el ensañamiento mortífero y pestífero y cancerígeno con que ha invadido la atmósfera luego de haber reducido al desempleo a su enemigo, es inaceptable.

Igual a los políticos que creen que el ejercicio de su egoísmo es hacer el bien, que creen que destruir a sus rivales -quienes también desean beneficiar a la sociedad- es servir a la sociedad, igual a estas personas que puso contra el paredón durante decenios, igual a ellos se ha revelado cruel, pegándole al que no puede defenderse, y lo peor de todo, lo más feo de todo: se ha revelado burlón. Eras abusivo, Jaime. Abusivo y burlón. Qué pena.

¿Pero de qué te has valido, hermano padre de familia, hermano conductor de televisión, para extirpar a Beto Ortiz de Panamericana? Te has valido de los miedos y de las miserias de los dueños de ese canal; o sea de nada de lo que puedas enorgullecerte. Has asustado a estos pobres millonarios con la exposición de sus chanchullos. Les aplicaste la ley del muero yo o mi empleado, e hiciste que sacrifiquen al cordero.

En otras palabras conocías los tejemanejes de los Schultsz y los mantuviste en la caja fuerte de tu coinciencia hasta que te convino utilizarlos, pero no para defender al Perú, pero no para limpiar las calles de estas personas que se han hecho de grandes fortunas injustamente: las usaste para vengarte de tu enemigo.

Y luego que lo viste derrotado, te burlaste de él ante millones de adultos pensantes de nuestro país evidenciando que en realidad no piensan, pues a todos les parece urgente ganar, todos se desesperan por levantar aunque sea un segundo su cabecita por encima de la medianía aunque sea pisando a los demás, aunque sea haciendo trampa, aunque sea sin belleza, aunque sea convirtiéndonos en lo que desaprobamos públicamente todos los días.

¿Cuál es tu poder, entonces, hermano Jaime Bayly, sino el mismo poder de los que chantajean a los que tienen timos e impudicias que esconder? ¿Cuál sino el de muchos de los políticos a los que apuntas con el cañón del Francotirador?

Sólo quería informar que ya no quiero que seas candidato a la Presidencia de mi paisito, que quizá nunca quisiste serlo y tal vez sólo estuviste hueveándonos. Por ahora, respetado Jaime, no estás a la altura de la genuina transmutación del alma que puede salvarnos de este atolladero de inconciencia y egoísmo.

Y quería decirle a mi equivocado hermano poeta Beto Ortiz, jodido y genial, que yo también estoy equivocado -es la verdad- y lo abrazo fuertototote y que entre los amigos reales hay amor verdadero y nunca se abandonan y nos sentamos aquí, en la parte más tenebrosa y sombría del infierno, contentazos a esperar que nos mate bien esta muerte, porque es muerte de curación, de purificación y de resurección.

Muramos, Beto Ortiz!