viernes, 9 de agosto de 2013

La verdad ante todo

La verdad es que me estoy muriendo. Es cuestión de meses, tal vez un año o dos si estoy bien alimentado. Le dije esto a un amigo de Lima que me pregunta por chat: ¿oe, en verdad que tienes weon? 

Recordé todos los momentos felices que pasamos como amigos hace ocho años y no podía mentirle. La verdad es que me estoy muriendo. Es cuestión de meses, tal vez un año o dos si estoy bien alimentado. Y siempre y cuando viva tranquilo y sin tormentos en el alma.

Creo que le arruiné la noche, ya no hemos vuelto a chatear.

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Ahora sé muchas cosas de mi enfermedad, mi diagnóstico es Mesotelioma peritoneal con tumoraciones pequeñas. Ese siempre fue mi diagnóstico, gracias a ello mi oncólogo actuó rápido. A mí solo me lo tradujeron como 7 meses de vida sin tratamiento, tal vez un año o dos con quimioterapia.

Antes pensaba que los doctores en verdad no sabían que tenía. Pero lo sabían muy bien, el hecho es que no me lo explicaban. Este tipo de cáncer sí es muy raro, se presenta un caso de cada medio millón de casos en Francia. Y normalmente en hombres mayores de 60 años. No sé cómo será en Perú.

¿Qué se le hace? Siempre pedí ser especial pero no de esta forma.

Varias página web sobre cáncer hablan de cirugía seguido de quimioterapia como tratamiento, y de esa forma en algunos pacientes se llega a vivir un máximo de cinco años. Sin embargo, a mí me dijeron bien claro desde un inicio que no se me podía operar. Entonces las esperanzas se reducen.

Nunca quise leer nada en internet sobre mi enfermedad, me parece cojuda la gente que se pone a investigarlo todo en páginas cojudas de internet y luego creen que saben más que los doctores. Siempre he respetado mucho la profesión de doctor y ahora más que nunca. Gracias a ellos sigo vivo para empezar.

Felizmente tengo suerte, y he encontrado un doctor que se dedica a hacer consultoría en pacientes con enfermedades mortales. Ha salvado a varios y eso parece alegrarle mucho la vida porque se le ve muy contento. Yo soy testigo de un caso. Él salvó a una vecina a la que le diagnosticaron un mes de vida por un cáncer estomacal cuando sus dos hijos varones recién comenzaban la secundaria. Ahora sus dos hijos ya son adultos y estudian en institutos o universidades a la par que trabajan, incluso el mayor ya es padre. O sea mi vecina es abuela y ya no tiene cara de querer morirse. 

Y ella me ha recomendado a este médico. El médico que la salvó. Tal vez porque fui profesor de sus hijos, tal vez porque somos vecinos.

Bueno, este doctor está ayudándonos con mi nutrición, qué es lo que debo y no debo comer para soportar la quimioterapia. Pero desde un principio fue muy claro: "No te puedo recomendar absolutamente nada sin antes haber leído tu historial médico.Tengo que saber la verdadera naturaleza de tu enfermedad y tu organismo". Me pareció tan lógico, lo adoré.

Bueno, él ya ha estudiado todo mi historial clínico, y aunque su rostro se torna un poco más serio al verme sigue manteniendo el optimismo. Lo que me gusta es su honestidad: “Si juntamos  a cien jóvenes de tu edad con mesotelioma peritoneal igual de avanzado y agresivo que el tuyo, de esos cien, ochenta mueren antes de los primeros seis meses. De los veinte que queda, la mitad no llega a los dos años. De los diez que quedan, nueve mueren antes de los cinco años. Sin embargo, uno se salva. O sea, tienes 1% de probabilidades de salvarte y por ese 1% vamos a luchar”.

Me pareció claro, didáctico y optimista. Admiro en él su honestidad y el determinismo que tiene en explicarle a cada paciente el estado real de su enfermedad. Y supongo que él admira en mí la tranquilidad con que lo escucho. Aunque la verdad es que me cagó. Uno por ciento de probabilidades, yo pensé que tenía más. Yo quería creer eso. 

Al menos ya sé la verdad.

Por su parte, el oncólogo a cargo de mi caso nunca habló de salvarme, siempre fue claro en que mi tratamiento es solo para prolongar la vida. Normalmente, en otros casos de mesotelioma se recomienda cirugía y después quimio. De esa manera es que se llega a una media de cinco años.

Pero en mi caso la cirugía es imposible. Desde un inicio me lo dejaron muy claro.


Saber todo esto no me deprime, no me siento mal. Podría decirse en dos palabras: “Estoy tranqui”.