viernes, 9 de agosto de 2013

La verdad ante todo

La verdad es que me estoy muriendo. Es cuestión de meses, tal vez un año o dos si estoy bien alimentado. Le dije esto a un amigo de Lima que me pregunta por chat: ¿oe, en verdad que tienes weon? 

Recordé todos los momentos felices que pasamos como amigos hace ocho años y no podía mentirle. La verdad es que me estoy muriendo. Es cuestión de meses, tal vez un año o dos si estoy bien alimentado. Y siempre y cuando viva tranquilo y sin tormentos en el alma.

Creo que le arruiné la noche, ya no hemos vuelto a chatear.

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Ahora sé muchas cosas de mi enfermedad, mi diagnóstico es Mesotelioma peritoneal con tumoraciones pequeñas. Ese siempre fue mi diagnóstico, gracias a ello mi oncólogo actuó rápido. A mí solo me lo tradujeron como 7 meses de vida sin tratamiento, tal vez un año o dos con quimioterapia.

Antes pensaba que los doctores en verdad no sabían que tenía. Pero lo sabían muy bien, el hecho es que no me lo explicaban. Este tipo de cáncer sí es muy raro, se presenta un caso de cada medio millón de casos en Francia. Y normalmente en hombres mayores de 60 años. No sé cómo será en Perú.

¿Qué se le hace? Siempre pedí ser especial pero no de esta forma.

Varias página web sobre cáncer hablan de cirugía seguido de quimioterapia como tratamiento, y de esa forma en algunos pacientes se llega a vivir un máximo de cinco años. Sin embargo, a mí me dijeron bien claro desde un inicio que no se me podía operar. Entonces las esperanzas se reducen.

Nunca quise leer nada en internet sobre mi enfermedad, me parece cojuda la gente que se pone a investigarlo todo en páginas cojudas de internet y luego creen que saben más que los doctores. Siempre he respetado mucho la profesión de doctor y ahora más que nunca. Gracias a ellos sigo vivo para empezar.

Felizmente tengo suerte, y he encontrado un doctor que se dedica a hacer consultoría en pacientes con enfermedades mortales. Ha salvado a varios y eso parece alegrarle mucho la vida porque se le ve muy contento. Yo soy testigo de un caso. Él salvó a una vecina a la que le diagnosticaron un mes de vida por un cáncer estomacal cuando sus dos hijos varones recién comenzaban la secundaria. Ahora sus dos hijos ya son adultos y estudian en institutos o universidades a la par que trabajan, incluso el mayor ya es padre. O sea mi vecina es abuela y ya no tiene cara de querer morirse. 

Y ella me ha recomendado a este médico. El médico que la salvó. Tal vez porque fui profesor de sus hijos, tal vez porque somos vecinos.

Bueno, este doctor está ayudándonos con mi nutrición, qué es lo que debo y no debo comer para soportar la quimioterapia. Pero desde un principio fue muy claro: "No te puedo recomendar absolutamente nada sin antes haber leído tu historial médico.Tengo que saber la verdadera naturaleza de tu enfermedad y tu organismo". Me pareció tan lógico, lo adoré.

Bueno, él ya ha estudiado todo mi historial clínico, y aunque su rostro se torna un poco más serio al verme sigue manteniendo el optimismo. Lo que me gusta es su honestidad: “Si juntamos  a cien jóvenes de tu edad con mesotelioma peritoneal igual de avanzado y agresivo que el tuyo, de esos cien, ochenta mueren antes de los primeros seis meses. De los veinte que queda, la mitad no llega a los dos años. De los diez que quedan, nueve mueren antes de los cinco años. Sin embargo, uno se salva. O sea, tienes 1% de probabilidades de salvarte y por ese 1% vamos a luchar”.

Me pareció claro, didáctico y optimista. Admiro en él su honestidad y el determinismo que tiene en explicarle a cada paciente el estado real de su enfermedad. Y supongo que él admira en mí la tranquilidad con que lo escucho. Aunque la verdad es que me cagó. Uno por ciento de probabilidades, yo pensé que tenía más. Yo quería creer eso. 

Al menos ya sé la verdad.

Por su parte, el oncólogo a cargo de mi caso nunca habló de salvarme, siempre fue claro en que mi tratamiento es solo para prolongar la vida. Normalmente, en otros casos de mesotelioma se recomienda cirugía y después quimio. De esa manera es que se llega a una media de cinco años.

Pero en mi caso la cirugía es imposible. Desde un inicio me lo dejaron muy claro.


Saber todo esto no me deprime, no me siento mal. Podría decirse en dos palabras: “Estoy tranqui”.

viernes, 12 de julio de 2013

Tercer post: Desde Piura, con amor.


Hace unos días recibí esta foto por facebook, reconocí la frase de inmediato. Por supuesto, es mía. Es decir, no es que la haya patentado, la pueden encontrar en el primer testimonio de este blog Vivir con Cáncer. En aquel momento me habían diagnosticado siete meses de vida, y justo ese día el oncólogo me dijo que con quimioterapia podía vivir un par de años. Así que estaba feliz, obstinadamente feliz.  Escribí esa frase para retratar el momento que vivieron mis amigos y familiares ese día cuando llegaron a visitarme con lágrimas en los ojos y yo estaba recontra feliz.

Bueno, luego de cuatro meses de obstinada pelea por vivir recibo esta sorpresa que me alegró el día. Honestamente pensaba que era un diseño hecho en fotoshop, pero me puso de muy buen humor. Luego se contactaron conmigo algunos de los integrantes de este grupo Acción Poética Piura, para decirme que el mural existe, incluso me mandaron las pruebas del delito.





No podía creerlo. 
Pero me sentí peor cuando empecé a ver otros murales que ellos han hecho. 

"Solo nosotros sabemos estar distantemente juntos"
Por los 50 años de la publicación de Rayuela la gran novela de Julio Cortazar. Acción Poética Piura le rindió un homenaje muralizando una de sus frases.

Imagínense cómo me sentí al ver que estos jóvenes muralizan a Julio Cortázar y ahora a mí. ¿Qué hice yo para merecer esto? Me sentí peor porque yo tenía ese libro Rayuela y nunca lo leí. 

Decidí que si ese mural existe, lo menos que puedo hacer es ir a Piura y conocerlo. Espero viajar los primeros días de agosto. Nunca tuve oportunidad de conocer Piura, aunque en verdad sí la tuve, pero fue justo cuando comenzaron los problemas de mi enfermedad.

Un 14 de febrero comenzó todo. Empezó a dolerme la barriga. Yo pensaba que era por indigestión ya que el día anterior hubo un gran almuerzo familiar por el cumpleaños de mi padre. Fui a la farmacia por unas pastillas pero el dolor continuó unos días. Ya era lunes 18 y yo tenía una invitación para participar de una feria científica en Ecuador el viernes 22. Decidí ir al médico, pero antes de pasar por la consulta compré mis pasajes para viajar a Piura. 

Nunca pude viajar, cuando un amigo estudiante de medicina me vio, hizo lo posible por que me pasen directamente a emergencias. Me hicieron rayos X y me diagnosticaron Obstrucción Intestinal y cirugía urgente. 

No podía creerlo. 

Me trasladaron de emergencia al Hospital Lazarte. Estuve cuatro días allí, en observación, me hicieron muchos rayos X, muchos cirujanos venían a verme, pero no se decidían a operarme. Al segundo día me pusieron sonda en la nariz. Un día y medio estuve sentado en emergencias antes de que me den cama. Así es el seguro pues. Estaba exhausto cuando me eché. 

Por la noche me pusieron otra sonda, pero a la vejiga, sí amiguito, la metieron por mi miembro viril. Y luego cuando amaneció me dijeron que debía caminar. Tenía tres tubos conectados a mi cuerpo: el suero en el brazo, la sonda en la cara y la otra sonda abajo, con la bolsita de orina tipo anciano de 90 años. Felizmente nadie me tomó fotos ese día. 

Los boletos de viaje para Piura estaban fechados para lo noche del jueves 21. Me dieron de alta ese mismo jueves al medio día, pero en las condiciones que me encontraba no podía viajar más que a mi cama. Un mes estuve aguantando los dolores estomacales, estuve a punto de operarme en una clínica particular, me pidieron una ecografia de la cavidad abdominal. Recién esa noche descubrieron todos los tumores, todo el líquido ascítico almacenado en mi peritoneo. Y otra vez de emergencias a Lazarte, pero ahora sí de gravedad. Extrajeron cinco litros de agua de mi abdomen ese día. Quedé flaquito, casi todo ese mes me la pasé solo comiendo frutas y agua. Luego estuve unas semanas en el hospital solo con suero. Estaba muy flaco cuando me enteré que tenía cáncer. Había perdido 30 kilos en un mes y medio. Vaya dieta, ¿verdad? Felizmente en febrero andaba gordito, pesaba 90 kilos, ahora estoy pesando 61, he bajado cinco kilos en el último mes. Pero no me doy por vencido. No pienso hacerlo.

Así fue como casi empezó todo, en realidad todo empezó un año y medio atrás, pero eso lo contaré otro día. Así fue como perdí la única oportunidad de mi vida de conocer Piura y Ecuador. Al menos ahora estos jóvenes poetas me han dado la gran oportunidad de ir a Piura, y si es posible, intentaré cumplir la promesa que le hice a mi madre y llegar hasta Ayabaca a conocer al Señor Cautivo.

Así será. 

Gracias hermanos.


miércoles, 10 de julio de 2013

Daniel Rodríguez Risco, empresario de éxito, y felizmente, muchas cosas más.

Todas las caras de Daniel

Economista, educador, cineasta y literato. A Daniel Rodríguez Risco muchos trujillanos lo recuerdan como el joven empresario de 24 años que fundó el ITN, FlemingCollege y luego UPN. Y que después desapareció.

Escribe Aquiles Cabrera

“A los 38 años tuve una crisis vocacional. Era empresario. Había fundado dos universidades, dos institutos tecnológicos y dos colegios particulares. Me iba muy bien. Vivía en una mansión en Trujillo, rodeado de choferes, secretarias…  venían a visitarme congresistas, embajadores… la verdad que me iba muy bien, pero era una persona absolutamente infeliz. Un día dije: Ya no doy más, y a los 38 dejé todo eso y vine a Lima a hacer cine”, me dice Daniel con la naturalidad y orgullo de un niño que te cuenta sus logros escolares.

Daniel Rodríguez parece un tipo normal, un tío “buena gente”, un caballero cortés. Desde un principio me pidió amablemente que no lo trate de usted. Detrás de su despreocupada sonrisa se esconde un maniático del orden, un jefe temible y excéntrico, un joven emprendedor, empresario y exitoso, un lector exhaustivo de 4 a 8:15 de la mañana, literato oscuro de 8:30 a.m. hasta el medio día, tenista apasionado de 1 a 2 de la tarde, economista puntilloso que revisa sus negocios y finanzas de 3 a 5 p.m., cineasta incomprendido hasta las 7 de la noche... Y luego, un tipo normal, un padre de familia o un buen amigo que ve películas o sale a la calle a comer y distraerse.

Daniel me asegura que su vida transcurre de una actividad a otra los siete días de la semana. “Soy una persona que cree que el descanso es cambiar de actividad, para mí descansar no es dormir o tirarme en la playa, para mí descansar es hacer algo distinto, entonces, soy como una especie de doctor Jekyll y mister Hyde, tengo doble personalidad”, afirma mientras lo miro perplejo pensando que su vida más se asemeja al Tractat del lobo estepario que a la mítica novela del escocés Robert Louis Stevenson.

Definitivamente Daniel Rodríguez no es un tipo normal. Terminó el colegio a los 14 años, lo adelantaron por sus excelentes notas, a esa edad ingresó a la Universidad Agraria, pero estudió Economía y Administración en la Universidad de Missouri - Rolla. A los 19 años ya se había graduado como economista. Era una máquina de estudiar. Le interesaba mucho la literatura, el cine, la empresa y la educación. Pero era joven y se enamoró de una chica de Islandia, vivió con ella un año en aquel país.

A los 20, estudió Cine en Barcelona. Vivió experiencias que la mayoría de personas viven a los 30, o mejor dicho, nunca. A los 22 volvió al Perú para estudiar literatura en la Universidad Católica pero no acabó la carrera. Trabajó para el grupo Apoyo en las revistas Debate y Perú Económico. En el año 80 fue editor de un suplemento económico producido por Apoyo y publicado en el diario El Comercio llamado Oikonomos. A los 23 años ya era profesor de economía en el Centro Pre universitario de la Universidad de Lima. “Ahí se me ocurrió la idea de fundar un instituto”, recuerda lleno de alegría.

En aquel momento le pregunto, ¿por qué Trujillo?, en 1983, ¿cuál fue la visión?
—Muy simple –me responde. Mi padre tenía un local alquilado a unas personas que no le pagaban. Él me hizo una propuesta: si logras desocupar a estos inquilinos, yo te alquilo el local para que hagas tu instituto. Entonces me fui a Trujillo.

Dicho local queda en la Av. Del Ejército. Daniel comenzó a visitar los demás institutos, no existían las universidades privadas, solo estaba la Universidad Nacional de Trujillo, en la que los pocos que lograban ingresar, tenían que esperar dos años y medio para poder matricularse y empezar clases. 

— ¿Y los demás institutos?
—Me parecieron bastante informales, por ejemplo, decían “las clases inician el 8 de mayo”, y comenzaban el 3 de junio. A veces incluso ni les pagaban a los profesores. No había una calidad en el servicio. Entonces dije, ¿por qué no crear un instituto que justamente sea todo lo contrario?, ¿qué mejor nombre que ponerle “El instituto Serio”? Los alumnos usaban corbata, las chicas corbatina, pullover color ladrillo, falda debajo de la rodilla, sin maquillaje. Era como una escuela militar. Todos los profesores debían entrar con terno. Algo impensable en esta época.

Cuando Daniel cumplió 25 años de edad ya tenía 6 mil alumnos matriculados en su instituto.

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En 1987, el año que Alan García anunció que estatizaría la banca, Daniel viajó a Paraguay. Vivió un año en Asunción. Allí formó el Instituto Tecnológico de Asunción.
“Funcionó muy bien, fue muy gracioso porque utilizábamos la misma publicidad que la de Trujillo, solo le cambiábamos la locución, los trujillanos aparecían hablando guaraní en comerciales en Asunción. Nunca nadie lo supo”. Me dice entre risas.

Los spots de los que habla Daniel fueron producidos por la agencia publicitaria “Tren de comunicaciones” que él mismo había fundado para este propósito. Para ello trajo a un creativo de España y un director argentino. Fueron, quizá, los primeros spots de TV realizados en la ciudad de Trujillo.

Otra faceta de escritor:
— Un día apareció en mi oficina el director de la Alianza Francesa y me dijo: “Daniel, he leído tu libro –una novela corta que escribí en Estados Unidos a los 19, la publicó Peisa–, me ha encantado, quiero publicar una edición bilingüe y usarlo como libro de texto para enseñar francés”. Entonces le dije “De acuerdo, no hay ningún problema”, y me dijo “Acá está la traducción”. Ya lo había traducido. Años después también se publicó en italiano.

Daniel, el enigmático
De esta época en Trujillo, fines de los años ochentas, a Daniel se le recuerda como un joven empresario sui generis. “Lo que más me sorprendía de él era su desarraigo, pareciera que no estaba atado a nada. En su oficina no había ni una foto, ni un pequeño lujo, solo un teléfono y una mesa. No tenía casa, vivía en hoteles”, me comenta un señor que prefiere no ser mencionado. Todos los trujillanos mayores de 40 años tienen una historia que contar sobre Daniel o sobre su padre, el ingeniero Daniel Rodríguez Hoyle. Las anécdotas son interminables, sin duda fue por varios años el hijo engreído de la ciudad. Hasta ahora algunos lo siguen recordando con cariño como “el gordo”.

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El colegio Fleming

En el verano de 1990, los señores Daniel Iturri, Winston Barber y Ricardo de Montreuil se encontraban en el balneario Las Delicias cuando se toparon con Daniel. Allí le contaron que había un gran descontento de los padres de familia trujillanos con la calidad educativa de los colegios tradicionales. Le dijeron que había llegado la hora de crear un nuevo colegio de calidad para que estudien sus hijos. Así nació la idea de fundar el Fleming College. (Tomado del discurso Fleming: 20 años. Daniel Rodríguez. Trujillo, setiembre de 2011).

— La idea resonó en mi cabeza unos días y finalmente decidí contársela a un amigo con el que siempre nos reuníamos para hablar de proyectos: David Fischman. A David –que por entonces ni siquiera intuía que terminaría siendo el gurú del liderazgo que es hoy en día– le gustó la idea de hacer un colegio y me propuso sumar a su hermano Roberto al equipo. Roberto es un hombre práctico que nos ayudará a aterrizar el proyecto, pues tú y yo somos demasiado soñadores.

El Fleming también sería diferente. Daniel empezó a visitar los mejores colegios de la ciudad. Todas las puertas se abrían para el joven promotor del instituto más exitoso. El gran descubrimiento fue que todos estos colegios se parecían bastante entre sí. Así que decidieron hacer lo opuesto. Si estos colegios eran católicos; el Fleming sería laico. Si atendían sólo a hombres o mujeres; ellos serían mixtos. Si valoraban mucho la tradición; ellos serían innovadores. Si enseñaban pésimo el idioma inglés, ellos enseñarían inglés de la mejor manera.

—Con las disculpas a Sir Alexander Fleming, el nombre lo pusimos con David Fischman porque sonaba tal como se escribía. Su pronunciación no era difícil, era serio, y tenía fácil recordación. –me cuenta Daniel como quien confiesa una travesura– Estoy muy orgulloso del Fleming. Ha funcionado muy bien, estamos buscando terrenos para abrir más locales, estamos pensando expandirlo a nivel nacional.

El colegio tuvo tal éxito que un día, ejecutivos de Yanacocha le solicitaron que fundara un Fleming en Cajamarca. Ese sería el DavyCollege, el que años después, Daniel terminaría traspasándolo a dicha minera.

— A ellos no les interesaba si era rentable o no, querían un lugar para que estudien sus hijos, tiene un campus seis veces más grande que el del Fleming, cuesta mil dólares la mensualidad. Es el colegio más grande del Perú.

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Del cole a la Universidad

“La UPN se creó exactamente un minuto antes que la UPC, me dice Daniel y a estas alturas de la conversación si él decía que había encontrado la piedra filosofal, le hubiera creído. “El congreso votó la creación de la UPN y un minuto después votó la creación de la UPC. Yo mismo hice el lobby durante un año con un equipo de abogados. Son hermanas gemelas, las fundamos con David Fischman y un grupo de socios”.

A los dos años vendió sus acciones de la UPC. “Esa universidad consumía mucho dinero y yo necesitaba dinero para sacar adelante la UPN”. Decidió quedarse en Trujillo, en aquella época ya tenía una mansión en Moche, familia, choferes, era visitado por embajadores, pero... y aquí comienza la historia, era un hombre muy infeliz, así que decidió dejarlo todo e irse a vivir a Lima.


De la universidad... al mundo de los sueños. 

A los 38 años fundó la productora Cinecorp. Hizo un corto llamado El Colchón, le fue muy bien, viajó a Grecia, a España, a Francia. Ganó muchos premios. Después hizo un segundo corto: El triunfador. También le fue bien, se vio en todo el mundo. Luego llevó un curso de dirección de actores en Cuba.

A los 40 años, dos años después de decidirse a vivir su verdadero sueño, le ofrecieron una beca para estudiar una maestría en cine en la New York University.  “Me convertí en el perro de los alumnos de segundo y tercer año, porque allá era como una carrera militar, tienes que cargar cables, rieles, ir a comprar las donuts para los gringos, preparar los cafés, tirarme en un charco con la cámara a las 3 de la mañana con nieve… y de pronto, de ser rector, terminé en los zapatos del alumno, chicos arrogantes de 24 años”.

¿Qué fue lo más importante que aprendió de esa experiencia?

Yo venía de un mundo donde era el rector de la universidad, mandaba a todos, y de pronto estaba allá, levantándome a las 4 de la mañana para cargarle a un gringo los rieles del dolly, y eran cámaras de cine bien pesadas. Pasaba todo el día en un parque congelándome cargando estos rieles, aprendiendo cómo se hacían las películas.

Ahí me di cuenta de que al alumno le interesa un pepino quién es el rector, quién es el vicerrector, los decanos, los convenios. Lo único que le interesa al alumno es que el profesor que le toque le transmita algo que sea útil, y también que los equipos que tiene la universidad funcionen y le sirvan para poder hacer sus trabajos, nada más.

Entonces, mi experiencia como alumno me permitió enriquecer nuevamente mi rol como rector.

Al mismo tiempo mejoré mis habilidades para filmar películas. Me fui a Tailandia, filmé una película en Chiang Mai, que es el Trujillo de Bangkok. Mi director de fotografía era tailandés, Tanon Sattarujawong, le decíamos Non. Hablo en pasado porque ahora es un monje budista. Me he quedado sin director de foto. Ha dejado la vida mundana para siempre, es un hombre que se ha despojado de todas las posesiones materiales y vive mendigando la comida, no tiene ningún bien material y todo el día está en meditación buscando el nirvana.

¿El cine te ha hecho feliz?
El cine me ha liberado, es como la literatura, una forma de expresión. Es como una terapia sicológica también, una necesidad expresiva que yo tengo, la derivo a través de la literatura o a través del cine.
Cinecorp hizo la producción de Altiplano, una película en la que se invirtió 4 millones de dólares, es el filme más costoso que se haya hecho en el Perú, Magaly Solier fue la protagonista.

¿Alguna vez el empresario y el director de cine se vieron enemistados?
Cuando estrené la película El Acuarelista en Trujillo, decidí ponerme el seudónimo: Daniel Ró. No quería que me vieran como el rector Daniel Rodríguez  dirigiendo una película. Fue gracioso porque en el diario La Industria, en un mismo día salí en la portada como Daniel Ró presentando mi película, y también aparecía en la página de economía, en terno, como rector de la universidad. Era como dos personas con diferente nombre pero era yo mismo, al final abandoné el seudónimo porque no pegó, el DVD de la película salió como Daniel Rodríguez, ya no tengo conflictos.

¿El artista se ha comido al empresario?
Sí, totalmente, cada vez me interesa menos el tema empresarial, hace tiempo que no compro un libro de empresa. Cuando era niño mi padre siempre me impulsó a ser mi propio jefe y he hecho todo lo posible por demostrarle eso. Creo que lo he hecho bien, que cumplí mi tarea. El mundo artístico es ahora lo que me apasiona. No podría trabajar para nadie. Si en este momento todas mis empresas se van a la quiebra, preferiría vender sánguches de pollo en la esquina a trabajar en un banco.

¿Qué más hizo como empresario para cumplir con el mandato de su padre?
Entré en hotelería, la casa donde antes vivía es ahora un hotel, se llama “De Sol y Barro”, estoy buscando venderlo. Hice el grifo Amigo, ese grifo lo hice con Cecilia Mannucci y Ricardo Morel, ahora pertenece a Shell. También estoy metido en minería, soy socio de la minera Chimú.

¿Por qué no se encuentra nada de información sobre ti en Internet?
La verdad es que no me interesa, mi hija me convenció de abrir una cuenta de Facebook pero nunca más volví a entrar. En la computadora solo sé usar Word, Google y enviar correos electrónicos. No tengo más tiempo, me dedico a vivir, a hacer las cosas que me gustan.

A futuro, ¿te ves como un monje budista?
(Daniel suelta una sonora carcajada). No, pero digamos que a medida que pase el tiempo voy a estar más dedicado solamente a escribir y a hacer cine, los negocios van a ir desapareciendo. El año que viene vamos a filmar un thriller psicológico con elementos de terror llamado El Vientre. Cinecorp también va a incursionar en televisión con una serie novelada de 40 capítulos. Pero a mí me interesa en primer lugar la literatura. Tengo un libro de cuentos listo para ser publicado, se llama “La chica del tenis” y estoy terminando de escribir una novela.



FRASES PARA NO OLVIDAR

El empresario debe encontrar espacios, una demanda que no está siendo atendida, ese es un espacio para actuar, para crear algo. El empresario que piensa que está buscando el dinero como un fin, no lo va a encontrar nunca.

Al alumno le interesa un pepino quién es el rector, los decanos, los convenios. Lo único que le interesa es que el profesor que le toque le transmita algo que sea útil, y también que los equipos que tiene la universidad funcionen y le sirvan para poder hacer sus trabajos, nada más.

Mi hija me convenció de abrir una cuenta de Facebook pero nunca más volví a entrar. En la computadora solo sé usar Word, Google y enviar correos electrónicos. No tengo más tiempo, me dedico a vivir, a hacer las cosas que me gustan.

El empresario tiene que ser desprejuiciado, buscar cómo solucionar problemas a un grupo de personas, o cómo crearles una nueva necesidad, mirar las cosas y cuestionarlas todo el tiempo, y ver qué es lo que está faltando.

No podría trabajar para nadie. Si en este momento todas mis empresas se van a la quiebra, preferiría vender sánguches de pollo en la esquina a trabajar en un banco.










viernes, 28 de junio de 2013

Segundo Post (La vida sigue).

Solo espero comprensión por la demora, este es un texto bastante parchado, comenzado a escribir y dejado a medias demasiadas veces. Espero no se noten los parches ni los baches. Gracias a todos los amigos del twitter también por sus innumerables tuits. Ahora sí, el segundo post.

Vamos a enfrentar el cáncer con lo que más le duele: Una sonrisa… Y sin embargo me sentía triste. Estaba sentado en la salita de espera donde acabó el post anterior, rodeado de mi familia y amigos, incluso mi hijito Salvador nos acompañó un rato. Me senté en la banquita, supongo que mi hermano Sergio me vio un poco ido, se me acercó pensando que ya no me quedaban siete meses de vida sino por lo menos un par de años, y me dijo en código de broma: Míralo por el lado amable, al menos ahora vas a poder ver a Salvador graduarse del Nivel Inicial. Jajaja cuánto me reí, no lo había visto nunca de ese modo, maldito Sergio, bendito maldito, creo que fue uno de los pocos que entendió que lo que necesito es que me hagan reír.

Pero el asunto era serio. Y en verdad no sabía lo que estaba por venir. Siempre me gustaron las aventuras, de alguna manera siempre quise poner mi vida en riesgo. Aunque después del nacimiento de mi hijo las cosas cambiaron mucho, mi vida ya no me pertenecía solo a mí, si algo me pasaba, el más perjudicado sería él, o eso era lo que yo creía. Retrocedí mucho, dejé de salir, me encerré bastante en mi pequeña burbuja de seguridad familiar. Me encerré en mi cueva. La responsabilidad exigía sacrificios. Es verdad, me seguían invitando a fiestas y embotellamientos a los que declinaba amablemente, así como a marchas y manifestaciones. Me sentía más seguro protestando frente a mi computadora. Cuando escuchaba un balazo ya no asomaba mi cabezota por la ventana para ver qué pasó. Me sentía mal.

Desde joven siempre quise ser parte de una gran batalla. Dar honor a mi nombre de guerrero griego. De alguna manera siempre quise que un desastre pasara, un terremoto, una inundación, un mega fenómeno del niño que arrase con todo, un gran accidente de tránsito, o por qué no, aéreo. Por supuesto en mis desvaríos yo siempre sobrevivía para contarlo. Estás medio tronado tú, ¿verdad? Me dijo alguna vez una amiga. Con los años me di cuenta que era mi alma de cronista la que se moría por vivir grandes historias. Alguna vez pensé en presentarme como correponsal de guerra. Nunca pensé que la guerra la libraría yo contra mí mismo. Porque eso es el cáncer, son nuevas células que tú mismo creas.

Es cierto que por etapas en mi vida he tenido tendencias autodestructivas, pero nada me preparó para enfrentarme al cáncer, a este tipo de cáncer que mi propio cuerpo ha construido, tan raro, agresivo y que preocupa tanto a mis doctores, sobre todo a mi cirujano. Imposible operarte, me dijo con todo el cariño del mundo, son muchos tumores alojados de manera libre en la cavidad abdominal, algunas se han pegado a las paredes del estómago, los intestinos, el bazo… morirías desangrado.

La guerra va a durar varios meses, o tal vez hasta que muera. Un día apareció un artículo de Angelina Jolie que hablaba sobre el cáncer pero el inicio me destruyó. “My mother fought cancer for almost a decade and died at 56”. No pude leer más, no puedo. “Mi madre luchó con el cáncer por casi un década y murió a los 56”. ¿Será así la historia que cuente mi hijo acerca de mí? ¿Ese será el único recuerdo que le dejaré? Hubo un comentario que dejó mi primer post que no me ha dejado dormir tranquilo, es de una chica de mi facultad que nunca conocí:

Alejandra Chauca Abriles: “No te conozco la verdad, habrémonos cruzado un par de veces entre clase y clase, y mis compañeros comentaban de ti, así que puedo decir que sé de ti por boca de otros. Te leeré siempre, estaré pendiente de ti y apoyo tu lucha por la vida. Quiero entender, y ya voy entendiendo muchas cosas con lo que has escrito en tu primer post. Me invita a conocer la realidad de su lucha, sus sentimientos y pensamientos, de ambos por igual. A mi padre le detectaron cáncer a los pocos días de yo nacer, le dieron un año y vivió más de cuatro. Tenía también tus mismas ganas de vivir, de ver crecer a su hija, de verme realizada. Cuatro años fueron suficientes para marcar en mí su amor por la vida y la lucha por sus sueños, y fueron suficientes también para recordar lo esencial, su voz, su fuerza, su mirada, su espíritu. Mas él vive hasta hoy a través de mí. Eso siento yo. Leer tu post ha sido como retroceder en el tiempo y mirar en tercera persona todo lo que vivió, luchó y sufrió con el cáncer y me ha ayudado a entenderlo mucho y a saber que con cada detalle él está presente. Tu escritura se convirtió en uno más de esos tantos detalles que él me muestra cada día de mi vida. Lucha con mucha fuerza, con mucho amor que recibes de cada uno, y sé feliz pues eres ya afortunado: Dios te ha hecho entender lo más valioso de la vida antes que todos nosotros”.

No sé cuántos años más viviré, cuánto tiempo “lucharé con el cáncer”, supongo que la lucha acaba con mi muerte. “El tumor te mata, pero muere contigo, y no siempre te mata, a veces te despierta. Una bomba hace más daño que una caricia, pero por cada bomba hay millones de caricias que construyen LA VIDA”. Este hermoso pensamiento es de Facundo Cabral, lo escuchaba cuando tenía quince en un viejo cassette que hace poco volví a encontrar, mi madre lo seguía guardando después de tantos años, pero esta frase siempre quedó en mi mente.

La vida sigue.

Comencé a escribir este texto una noche amarga hace varias semanas, hoy me he levantado con la firme decisión de terminarlo y publicarlo, ¿cómo voy a pretender tener un blog sobre mi vida y el cáncer si nunca lo actualizo?

Hace unos días comenzaron unos trabajos de reparación en el primer piso del edifico donde vivo, el sonido del taladro retumbaba en mi cuarto como si estuvieran taladrandro sobre mi techo, mi cabeza explotaba. El hermoso mini departamento en el que vivo y me desvivo y lucho por vivir cada día se convirtió en un infierno. Recordé que en el campo, a media hora de la ciudad de Trujillo, también tenemos un lugar donde llegar a dormir, aunque  bastante descuidado, decidí que era tiempo de visitarlo.

Siempre me encantó el campo, cuando éramos niños y vivíamos en Lima mi padre nos llevaba al río todos los domingos. Lejos de la ciudad el mundo era un bonito paisaje. A los veinte años, me gustaba mucho ir a Quirihuac, a Simbal, luego conocimos a unos amigos que tenían su chacra junto a Quirihuac y a unos docientos metros del río. Era mi paraíso feliz. La primera vez que fui a quedarme un fin de semana completo escribí una crónica para un curso de periodismo en la universidad. Fue la primera crónica que he escrito en mi vida, y uno de los primeros textos que publiqué en este blog hace ya siete años. Luego se me hizo costumbre pasar los fines de semana allá, dormir en la chacra, al aire libre, pasear en bicicleta, por entre las asequias, alumbrados por la luna, atesoro muchos hermosos recuerdos.

Ahora tenemos una casita en Quirihuac, junto a la carretera, a la que curiosamente casi nunca vamos. Después de mucho tiempo me reencontré con el campo, la carretera surcando las chacras de caña de azúcar. Estábamos mi padre, mi madre y yo, nadie más, solo los tres en el pequeño carro de mi padre. Me endulcé con el olor del bagazo de la caña de azúcar. Mi padre nos llevó hasta el río. Pude contemplar el río, aquellas aguas que nunca serán las mismas. Al atardecer compramos pan dulce, el cual comimos junto a un caldo de gallina a lado de la carretera. Luego comimos gallina guisada. La preparación del arroz y el frejol, el sabor era tan distinto, tan rico y natural. Me sentía bien de comer a gusto después de tantos días amargos de comer y vomitar por los estragos de la quimio. En la noche pude apagar el foco del patio y contemplar extasiado las estrellas, las mismas estrellas que contemplaban los griegos. Por la mañana nos despertamos temprano, un amanecer frío pero refrescante. Dos pajaritos comenzaron a toquetear el vidrio de la ventana junto a mi cama. El hermoso sonido de la naturaleza, solo interrumpido de vez en cuando por el de algún camión o carro que va surcando la carretera. Luego nos fuimos a desayunar al mismo restaurante junto a la carretera donde tomamos caldo el día anterior. Esta vez pedí caldo de carnero, me lo tomé completito. Luego comí dos huevos pasados, acompañados del pan preparado en casa. El olor de la mañana lo inundaba todo y yo me encontraba comiendo feliz después de tantos días de debilidad. Luego salió el sol a calentar nuestros rostros. Regresamos a la casa, descansé un par de horas. Tuve la dicha de comer una limas recién sacadas del árbol. Cosechar paltas de mi propio árbol. Animado por el amarillo caliente del sol,  tomé un baño con agua del subsuelo, agua que extraemos de un pozo gracias a un motor que la sube a un tanque que tenemos en el techo. Salí al sol. A sentarme junto a la carretera en una perezosa a conversar con los amigos, recibir un poco de sol. Pude darme el lujo de quitarme las sandalias y pisar con mis pies la tierra, la chacra, la misma tierra que pisaron mis ancestros. Recordé el paraíso que visitaba cuando tenía 20 años y todo era una aventura. Ahora todo lo contemplo sentado en esta perezosa junto a la carretera. A lado del camino mientras todo pasa. Pero no hay penas ni reproche. Aquí fui feliz.

Por la tarde regresamos a la ciudad, con mi madre y mi enamorada tomamos un taxi que nos llevó hasta el balneario de Buenos Aires por el puro placer de ver el mar, sentir la brisa marina golpeándonos la cara, escuchar el romper de las olas y contemplar el infinito. Siempre me ha encantado esto de Trujillo: tener el mar tan cerca, y también tan cerca el río. Luego fuimos al centro de la ciudad para hacer algunas compras. Tiene su encanto caminar despacio por las veredas de una ciudad en la que todos caminan apurados. Terminamos el día en un salón de té con humitas, tamales, chocolate caliente, sánguches de pavos y leche con café. No se preocupen, yo solo tomé una limonada y comí un poco de pavo. Tengo que cuidarme bastante todavía. Ya he pasado varias veces por quimioterapia y sobre todo por los estragos de los días que le siguen a la quimioterapia que siempre son distintos pero igual de jodidos. He pasado por muchas cosas que prefiero ni mencionar, no viene al caso.

“Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad…”

Ese es el inicio de un poema de Borges que todos deberíamos leer, pero yo no soy Borges, soy solo un lector, pero hay muchas cosas y coincidencias que quiero agradecer.

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Siempre quise ser testigo de una guerra, no ser el protagonista, mucho menos el malo y el bueno al mismo tiempo. Lo más importante que uno debe saber de una guerra, es que uno nunca combate solo. Mi tocayo Aquiles, aquel héroe griego, el mirmidón, tenía ejércitos que combatían junto a él. Yo también tengo un ejército, y muchos factores a mi favor. Siempre he pensado que soy un solitario, un antisocial, pero ahora resulta que hay mucha gente que me quiere, muchas personas que de alguna forma, me estiman, muchos amigos que no veo hace miles de años, pero me recuerdan y me siguen queriendo a través de la distancia, pero sobre todo, hay personas que me están ayudando a enfrentarme con esta guerra contra mi propio cuerpo decadente, y no solo con sonrisas. No me engaño, sé que hay gente que le encantaría verme destruído, deprimido, sufriendo, o gente que cree que si quiero vivir, “todo depende de mí”. A esos simplemente no pienso darles gusto. Voy a dar lucha, soy un guerrero, prefiero morir de pie que vivir de rodillas.

Las personas que están más cerca, que son testigos de los peores momentos son mi madre, mi enamorada y mi hermano Sergio. Mi padre es el gran abastecedor, nada me falta gracias a él, es el todopoderoso. Ellos son los comandantes de mi ejército, un ejército que cada día sigue creciendo y que está conformado en mayor parte por mi familia y amigos. Mis familiares y vecinos que se reúnen todos los miércoles para rezar por mi salud, (tíos y tías que antes veía una sola vez al año en el cumpleaños de mi abuelita y ahora vienen a visitarme siempre, y yo nunca los visité cuando ellos pasaron por cosas malas). Los amigos que nos regalan cuyes, nos regalan frutas, me mandan comida, me mandan mensajitos por facebook, me mandan regalos, mi amiga Vicky que siempre me llama desde Estados Unidos, aunque la mayor parte de las veces le respondan que estoy descansando, que no puedo atender el teléfono. Mi prima Selmi y toda la hermosa familia Cruz Ulloa de oran por mí, me visitan, y hasta me traen grupo musical a mi casa, un día llegaron los hijos de mi primo Ruben con su esposa, armados de una guitarra, un órgano, una pandereta y un violín. El doctor Urcia que hizo todo lo posible por encontrar un diagnóstico para mi problema en tiempo récord para un hospital público. Mi amigo Hanny, que desde Japón se ha ofrecido a apoyarme a cumplir un sueño que tengo desde niño, aprender a tocar órgano. Pero lo que más me gustaron fueron sus palabras: No hay nada que agradecer loco, las cosas de corazón no tienen forma de agradecimiento, y yo lo hago con el corazón en la mano. A darle la lucha, carajo, como lo guerrero que sos. Se nota tu corazón de bondad, en mí tienes un amigo. Confía, ten fe, que la fe no es solo de religiones. Todo saldrá bien. Lo poco que te traté o leí muchas veces, en tus palabras por Facebook o cosas así, reflejas un alma hermosa, como la que tienes. Fuerzas loco, que el fin del ser humano no es la muerte como todos algún día llegaremos. Hay mucho más allá de eso. Quiero verte eh, nos veremos cuando tenga que ser.

Muchos amigos desde otros países me han escrito cosas muy hermosas, una profesora que conocí en Brasil me ha estado mandando hierbas anticancerígenas desde México. Todas las personas que desde alguna parte del mundo rezan por mí. El padre de la parroquia que está cerca a mi casa con el que ayer mismo estuve conversando por casi tres horas y ha prometido rezar mucho por mí y visitarme siempre, recién ayer lo conocí, es un Padre nuevo en el distrito y muy joven. Muchos amigos en Trujillo y Lima me escriben, incluso algunos me visitan y me hacen sentir importante. Diego Baca y José Carlos que siempre me alegran con su conversación.  Ítalo, el amigo de Sergio y amigo de todos nosotros que nunca pierde la sonrisa, solo cuando se queda dormido en el sofá. Mis profes de la universidad están interesados en apoyarme a publicar mi libro de ciencia ficción sea como sea.  Son innumerables las muestras de afecto que he recibido estos meses, y estoy muy agradecido. Parece que fui un buen tipo.

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Este es mi ejército, estas son las personas a las que debo agradecer cada día más de vida, cada año más de lucha. Nunca he pensado que el futuro esté escrito pero es obvio que yo no estoy en sus planes. Hay otra persona más que también me está apoyando, es más bien un querubín inocente que me ilumina con su sonrisa. Sí, es mi pequeño hijo Salvador Armando. Acabo de consultar la palabra querubín con wikipedia para verificar si no estoy cometiendo alguna ofensa, y la wikipedia me responde que los querubines son considerados los guardianes de la gloria de Dios.

Es en Salvador en quien pensaba en mis peores delirios de fiebre y soledad en las noches más incómodas internado en el hospital Lazarte, era su nombre el que repetía constantemente entre susurros ya que como agnóstico carezco por completo de alguna oración que alivie mi alma. Y sin embargo la aliviaste por completo una noche que te quedaste a dormir en mi casa y me acosté cansado totalmente débil pensando que caería dormido en cualquier segundo y apareciste en mi habitación de repente solo para darme un beso en la frente que nunca antes me habías dado. Solo mi padre me ha besado un par de veces en la frente en los momentos de más tristeza y orgullo. Y uno de esos momentos fue cuando le dije que iba a ser abuelo.

Todo mi ejército tiene fe en mi salvación. O eso es lo que me dicen, o lo que creen que quiero escuchar. Ellos me apoyan desinteresadamente. Me ayudan a que cada día de vida sea un poco más llevadero. Y sin embargo la peor de las batallas es la que se lucha en mi interior. Sigo siendo yo mismo mi peor y más peligroso enemigo. Mi carácter de mierda que explota ante cualquier contrariedad nimia, que hace que grite y trate mal a las personas que me rodean. Tengo la gran suerte de tener un ejército numeroso que me está ayudando a salvarme de mí mismo. A destruir lo peor que hay en mí y que siga viviendo de mí solo lo mejor. Sin embargo, me sigo saboteando, me sigo enojando todos los días a veces en silencio, a veces explotando. No estoy deprimido, no es la tristeza la que me ganará. Pero creo que dentro de mí hay mucha ira almacenada. Mucha rabia que me puede destruir más antes que después. Aunque yo no lo quiera.










martes, 14 de mayo de 2013

Vivir con cáncer - Primer Post

Después de algunos días de encerar-pulir este amargo texto, espero que no sufran ni se sientan mal. Débiles de espíritu, abstenerse. Quise plasmar la angustia y confusión de los primeros días. That’s it. Espero que les guste el happy ending estilo cine independiente.

Si ya es feo que te digan que tienes cáncer, es más feo que te digan que tienes un cáncer muy agresivo y solo te quedan siete meses de vida. Este ha sido el golpe más fuerte de mi pequeña existencia, y justo me lo dijeron en semana santa. ¿Como para reflexionar y entregarme en cuerpo y alma al señor? No, felizmente no, todavía. Justo me lo dijeron en semana santa cuando los doctores se toman el jueves y viernes santo libre porque el feriado se respeta, y la fe de los desahuaciados puede esperar un par de días, total, el único que se muere en semana santa es Jesús.

Yo estaba triste, naturalmente triste, siempre he tenido muchas ganas de vivir y de gozar la vida a plenitud. Sobre todo lo segundo. Y las noticias eran cada vez menos alentadoras. El cirujano que me hizo la biopsia recomendaba que ni siquiera intentemos las quimios, que vaya a mi casa y viva lo más feliz y tranquilo que pueda los meses que me queden por delante. Mi hermano mayor que vino de Lima con su esposa y dos hijas de uno y cuatro años para enterarse de esta horrible noticia buscaba en internet con los resultados de mi biopsia en la mano y todo lo que encontraba era más desalentador. Es un tipo muy raro de cáncer y está muy avanzado, por lo menos ha estado tres años alojado en tu cuerpo. Está en tercera fase. (Para esto no tenía ni idea de cuántas fases tiene el cáncer). Son muchos tumorcitos del tamaño de canicas el más grande de 10 cm y están esparcidos de manera libre por toda la cavidad abdominal. Solo ha habido doscientos casos de ese tipo de cáncer en el mundo y cinco en el Perú. El máximo de tiempo que ha vivido una persona con este cáncer fue de cinco años...

Lo único que me tranquilizaba es que yo recibía todos estos "datos" de mi enamorada que era la única persona que tuvo el valor suficiente de decirme la verdad. La adoro. Ni mis padres ni mis hermanos ni el cirujano que me operó. Pienso que es injusto que nadie hable con los pacientes, que los doctores no sean claros, que la familia se lo trague todo. Prefiero vivir con la certeza de saber todo sobre mi enfermedad que en la angustia de no saber nada. Ese debería ser un derecho universal. Sobre todo cuando uno es adulto. ¿De qué sirve la mentira más que para entorpecerlo todo? Nunca me sentí más orgulloso de mi enamorada que ese día.

De momento nadie se atrevía a decirme, sabes qué, tienes siete meses de vida. Bueno, el cirujano ni siquiera pudo decírselo directamente a mis padres. "Prepárense para lo peor, siempre los mejores se van primero", fueron algunas de sus frases de consuelo. Todo esto lo sé gracias a mi enamorada, y gracias a que el cirujano sí habló con ella con toda claridad. "Tú debes ser la que prepare a la familia para esta noticia". No imagino qué pudo sentir, hasta ahora lo peor que le ha pasado fue la muerte de su perrito, del que todavía no puede hablar sin derramar una lágrima. Y esto no es broma. Cuando ella se reunió con mi familia, con todo el valor del mundo expresó las palabras que el doctor le había transmitido, mi hermano mayor ya lo sabía todo buscando en internet con amigos, doctores y conocidos que sabían del tema.


Jueves Santo
Toda mi familia ya sabía, y todos sabían que yo sabía, pero nadie me decía nada. Llegó la tarde del jueves santo, la hora de visita en el hospital Lazarte de Trujillo. Llegó mi hermano mayor a verme, yo estaba sentado en mi cama frente a la puerta, lo vi, él me vio, no pude evitar que los ojos se humedezcan. Nos miramos, él sentía lo mismo, nos abrazamos. Yo sabía que él sabía que yo sabía, él sabía que yo sabía que todos sabían, y no nos dijimos nada. Cualquier palabra hubiera significado una explosión de lágrimas innecesarias. Entró su esposa, mi cuñada, mi hermana, nunca la había sentido tanto mi hermana pero ese día la tomé de la mano y lo supe.

Fueron llegando más visitas, alguna señora vecina del barrio donde vivimos, alguna madre de familia del colegio donde trabajo. Estaba destrozado de ver a mi hermano tan triste pero no me podía tirar a llorar, felizmente él hizo lo mismo y soportamos juntos tan feo momento.

Al día anterior, miércoles en la tarde, me dieron una bonita sorpresa. Todavía no teníamos los resultados de la biopsia, eso llegó por la noche. Mi enamorada me avisó que mis padres iban a traer a mi hijo al hospital. Hacerlo pasar fue complicado. Peleando con vigilantes, intentando por emergencias, por consultorio externo, por maternidad. Y al final entró por la puerta de visita escondido entre varias personas, felizmente es flaquito.

Yo estaba en un hospital público y sabía que él no podía entrar a mi cama, pero salí al pasadizo para hablar con el guardia que vigila la sala de espera. Le dije hola amigo, tengo un hijo de cinco años y hoy va a venir a visitarme. Me miró midiendo cada palabra, cerrando los ojitos y mostrando los dientes con gesto de pena e impotencia: hijo, cinco años, venir a visitarme. Sabes que no puedo dejar que entre. Sí, lo sé. El guardia respiró con alivio. Lo sé, pero tal vez yo podría salir a la sala de espera y verlo unos minutos. Ah eso sí, respondió incluso hasta contento, eso sí. Yo era un esqueleto vivo, un animado muerto como dice Calderón de la Barca, había bajado 20 kilos en un mes y me habían operado el sábado y era miércoles y aún me encontraba muy débil. El solo hecho de mantenerme de pie era como un milagro y pude comprender la incomodidad del guardia.

Así fue que salí un ratito, llegó mi hermano mayor con su esposa y con mi Salvador, así se llama mi hijo. Cuando nos abrazamos, mi hermano se abandonó a llorar. Yo no quise hacerle sentir mal, me sentía tan feliz de ver a mi hijo después de tanto tiempo. No quería asustarlo y no estaba asustado. Le mostré mi cicatriz, una pequeña línea de seis centímetros. (Tengo una cicatriz mucho más grande y fea en la barriga de una peritonitis de hace veinte años que no le asusta.) La pequeña línea de la biopsia no le asustó. Le dije me han operado del estómago por comer muchas golosinas, no debes comer muchos dulces, ¿ya?. Le interesó mucho la vía de mi brazo izquierdo por donde ponen el suero a la vena. Esta es una vía por donde los doctores me ponen todas las medicinas directo a mis venas para sanarme lo más rápido posible y salir de este hospital. Felizmente el primero que se aburrió fue él, estaba un poco apurado porque sus primitas, las hijas de mi hermano mayor estaban esperando afuera y Salvador adora a sus primitas y las pocas veces que se reúnen es muy difícil separarlos. Discúlpame, se levantó como todo un caballero, tengo que ir a ver a mis primitas. Yo me moría por correr a echarme otra vez en mi cama, me dolía todo. Nos dimos otro abrazo y fue muy lindo.


Viernes Santo
Por la mañana estaba triste, no podía evitar estar triste echado en la incómoda cama con la mirada perdida. De siete a once de la mañana los pacientes estamos solos. No se permite que nadie entre. La enfermera de turno, una señora alta de cabello corto y ondulado me dio unas palabras de aliento. Luego hizo más que eso. Se acercó a la salita de espera donde estaba mi enamorada esperando que sean las once para poder entrar, o que el guardia se apiade de ella y que, aceptémoslo, era feriado, supuestamente los pacientes están solos de siete a once porque es lo que dura en teoría la visita médica, pero era feriado y ni siquiera había visita médica. La enfermera se acercó a mi enamorada y le preguntó: ¿Qué es lo que tiene su paciente? Se le ve deprimido, a nosotras no nos dejan ver las historias médicas. Ella le contó que el resultado de la biopsia solo me daba siete meses de vida.

La enfermera tuvo una idea, ¿por qué no salen un rato a caminar por el hospital? Hay una capilla, pueden rezar. La idea fue muy buena, salí un rato, di unas vueltas, estaba súper flaco y súper pálido pero hacía solcito y me gustaba. La capilla era bonita y el hospital tenía algunos jardines simpáticos, sin embargo yo me sentía débil, solo fue un ratito luego regresamos adentro.

Por la tarde, hora de visita, llegaron bastantes personas a visitarme y el guardia mismo me pidió que mejor salga yo otra vez a la salita de espera. Fue la mejor idea del mundo. Mi hermano mayor llegó a contar hasta 33 personas, éramos el 80% de todas las personas que estaban en la salita de espera. Amigos, familia, tíos, tías, vecinos, familia de mi enamorada, primos, felizmente había primos, estaban todos ahí y yo estaba afuera. Qué rápido corren las malas noticias. Sin embargo, me sentí querido y estaba contento y mis hermanos me hacían reír y yo estaba riendo bastante, riendo de verdad, y nadie entendía nada pero también estaban felices, tal vez pensaban encontrar un funeral y se chocaron con mi obstinada felicidad.


Sábado de Gloria
Había una esperanza, siempre la hay. El cirujano que me operó lo había dicho bien claro: Yo recomiendo que vaya a su casa y viva tranquilo lo que le quede de vida, sin embargo, esta es solo mi humilde opinión. (Justo el año pasado le detectaron cáncer de páncreas a su cuñado que también es cirujano, y con todos los cuidados y consejos de doctores de todo el mundo, solo pudo soportar siete meses. Justo el mismo tiempo que me quedaba a mí. Y la quimio te ayuda pero también te destruye, pues). Sin embargo esta es mi humilde opinión, tenemos que esperar que el oncólogo estudie bien su caso y él tendrá la última palabra. Él es el especialista.

Esa era nuestra esperanza, y esa esperanza tendría que despejarse hoy sábado que ya no es feriado y el oncólogo tiene la obligación de venir a verme y estudiar mi caso porque, que se sepa, Cristo no hizo nada importante el sábado para declararlo feriado y sin embargo tiene el nombre más bonito de todos los días de la semana santa: Sábado de Gloria.

El médico interno que estaba siguiendo mi caso en el día a día, incluso feriados, pasó temprano por mi cama y me prometió que iba a hacer todo lo posible por que el oncólogo venga a ver mi historia médica para plantear un tratamiento. Le agradecí. Pero a las diez y tanto de la mañana volvió a venir y me dijo que no va a ser posible, que el oncólogo recién podrá venir el lunes. Le volví a agradecer, sobre todo por la consideración de avisar. Estaba con mi enamorada y el solcito brillaba sobre los árboles que veía a través de mi ventana, así que decidimos dar otro paseíto. Esta vez no avisamos a ninguna enfermera, solo al vigilante que también ya sabía todo. Mi mamá estaba sentada en la salita de espera echando una siesta. Las dos no podían entrar a la vez porque solo se permitía un familiar por paciente. Estuvimos un rato sentados junto a ella pero la banquita de la sala de espera era tan incómoda que mi adolorida espalda no podía soportar. Fui dar una vuelta con mi enamorada, la conversación transcurrió sobre la ironía de la vida. Yo entré al hospital pensando que lo que tenía era un cuadro de obstrucción intestinal y que en el peor de los casos tendrían que extraerme parte de mis intestinos con una cirugía a estómago abierto. Me sentía tan mal de pasar otro año más recuperándome de otra operación. Todo el año anterior me la había pasado recuperándome de una operación al testículo derecho, un año y medio para ser exactos. Y luego esto, justo cuando ya me había recuperado del todo y podía seguir mi vida con normalidad, trabajar,  nadar, salir a correr con mi hijo. Me puse bastante triste, tenía que posponer todo otra vez un año más, sin embargo, oh ironía, ahora todo lo que me quedaba era precisamente ese año.

Quiero vivir a plenitud, quiero conocer todos los hermosos lugares del Perú que nunca visité de puro haragán y tacaño, quiero conocer mi país y La Libertad. Quiero visitar Otuzco y decirle a la virgen de la Puerta que es una cabrona porque mi hermano Sergio caminó el año pasado por mi salud, y lo hizo con fe y ahora esto, pero no hay roches porque no soy rencoroso e igual prometí este año ir caminando y si mi cuerpo puede lo haré. Quiero ir a Huamachuco y conocer al Cristo de Marcabalito. Quiero también llegar hasta Piura y visitar al Señor Cautivo de Ayabaca que vino a visitarme y puso de muy buen humor a mi madre. Me cae bien el Señor de Ayabaca, habían muchas imágenes de él en el Hospital y de lejos parece Darth Vader. Mi madre ofreció otro viaje a Buenos Aires, no se me había ocurrido, pero con ese presupuesto podía viajar a Piura, Tumbes, Cajamarca. Quiero conocer la selva, el amazonas. Y por el sur llegar a Machu Picchu, conocer el Lago Titicaca, tal vez hasta Bolivia. Siete meses, tal vez más, quería vivir, desechar todo lo que no tiene sentido, pero tengo dos proyectos que debo acabar antes del fin.

PRIMERO
Tengo que terminar los libros Happy Children, proyecto para enseñar inglés a niños de 3, 4 y 5 años con productos reciclados y basándose en la realidad peruana y en el Diseño Curricular Nacional. Son seis libros de los cuales tenía listo los tres primeros y los otros tres por corregir. Y luego llevarlo a la imprenta donde soy consultor en la cual ya aprobaron producirlo e imprimirlo. También ya tengo un distribuidor de libros de inglés que es mi amigo y se entusiasmó con la idea y me dijo que podía distribuirlo en todo el Perú. Este es mi legado más importante para la educación de mi país. Llevo varios años trabajando en educación y trabajando como profesor de inglés, me especialicé en inicial porque disfruto más de la auténtica compañía de los niños que del aburrido letargo de los adolescentes. Este proyecto me ha llevado a Argentina, Brasil y tiene invitaciones para España, México, Colombia y Uruguay. ¿Apoyo de alguna empresa privada o del estado? Ja, buen chiste. 

SEGUNDO

También tengo que terminar de escribir mi libro de ciencia ficción. Son 23 cuentos de los cuales solo tengo escritos ocho. ¿Podía escribir todos los demás? Cada cuento si en verdad era sencillo, significa bastante investigación porque la mayoría de temas y personajes históricos son totalmente desconocidos para mí. Yo tengo escrito el esquema completo del libro con el argumento de todos los cuentos que me faltan por escribir. Tal vez podía escribir lo que pueda hasta morir, dejar algunos cuentos incompletos. Soñaba con ser Novalis y este libro sería mi Enrique de Ofterdingen de la ciencia ficción. Por las noches en lo único que pensaba era en mi libro, escribí a mano el inicio de un cuento. Escribí en mi mente el final del libro, el último párrafo del último cuento. Qué maravilla cuando encuentras las palabras exactas para tu gran finale y no se te olvidan. Esos pequeños detalles me llenaban de optimismo.


**
De pronto algo extraordinario pasó. El paseíto pudo durar más que el del día anterior, pero decidí que lo mejor era regresar un rato a sentarme junto a mi madre, ella es la persona que más tranquilidad me daba, siempre alegre, como si no estuviera pasando nada. Cuando llegamos la encontramos también así, roncando a sus anchas, durmiendo sentada allí en la banquita. Nos sentamos a su lado. Ella se despertó contenta. A los pocos minutos escuché unos gritos que venían de adentro. ¿Qué estará pasando? Luego las voces se hicieron más nítidas, eran las enfermeras y estaban gritando mi apellido: ¿Señor Cabrera?, ¿Señor Cabreraaaa?

Ups, no avisamos a ninguna enfermera. Entramos rápido y luego me vieron y se sonrieron. Pensamos que se había escapado. Acá está el oncólogo, ha venido a ver su caso.

Pasó lo que nunca sucede en un hospital público y a mí me parecía extraordinario: que las cosas sucedan a tiempo. Llegué a mi cama, esperé varios minutos, el especialista estaba en enfermería leyendo detalladamente todo mi historial.

Cuando por fin se me acercó, al comienzo parecía que no quería decirme mucho. Era un tipo frío con lentes y ojitos chinitos pero fríos. Cara de estoy aburrido y tengo prisa. Quisiera saber si sabes más o menos, ejem... Sí, lo sé todo, dígame lo que tenga que decir. Bueno, dijo con bastante rapidez, en este caso tu cáncer está bastante avanzadito así que tenemos que empezar con las sesiones de quimioterapias lo antes posible... (dijo muchas cosas que ya no recuerdo, seis sesiones cada tres semanas, trasladar a oncología el lunes, agresivo, atacar con todo, evaluaciones, etc.). Pero, espere... le espeté cuando ya estaba girando los talones para irse, creo que mi familia ha decidido que no vamos a tomar las quimios. Bueno, tienen que comunicarlo de una vez porque las camas en oncología son bien peleadas. Pero usted me dice que las quimios sí van a ser efectivas. Claro que sí, eres joven y tenemos que intentarlo. Ya se estaba yendo otra vez cuando entró mi padre, imaginé que lo llamé con la mente y él vino corriendo desde mi casa tipo Flash. Empezaron a hablar sobre las quimios, mi enamorada salió con ellos, me quedé solo un rato. Mi papá regresó con una sonrisa. Mi enamorada fue otra vez la más honesta. Los doctores dicen que la quimioterapia va a prolongar tu tiempo de vida de siete meses a dos años. Todos estábamos llenos de felicidad.

Dos años podían convertirse en cinco, en diez, ¿por qué no en veinte? ¿Para qué quiero vivir más? Nunca me ha gustado la idea de ser un anciano. Además mi madre también tuvo cáncer a los 41 años y estuvo seis meses en el hospital Rebagliati cuando vivíamos en Barranco en la capital, y yo aquí unas semanas con la espalda destrozada, y a ella le dieron seis meses de vida y tenía cuatro hijos el menor de menos de un año y yo tenía siete y no recuerdo mucho, pero siempre lo cuentan. Eso sucedió hace 21 años. Y yo tengo 28 y un hijo de cinco y quiero vivir y puedo ser tan fuerte como mi madre y el destino es una ruleta rusa y nadie tiene la vida comprada es verdad, pero prefiero morir sin enterarme, pero de alguna manera, siempre quise saber cuándo moriría y ahora lo sabía y no era bonito y todo daba vueltas y era confuso pero estábamos felices porque dos años podían significar muchos más.

Felizmente llegó mi prima que es enfermera y trabaja en Lazarte para despejar como siempre todo el caos. Deben confiar en ese oncólogo, no lo conozco, no es mi amigo, pero sé que es el mejor que tenemos aquí, es muy respetado. Pensé que tú habías ido a buscarlo para que venga porque nos dijeron que iba a venir el lunes. ¿Estás loco? yo no tengo confianza con él, dijo sonriendo, es un doctor muy serio,muy parco, pero es el mejor, deben confiar en él.

Punto. Se acabó. Voy a aguantar todo lo que venga con tal de prolongar mi sonrisa.

Ese día más tarde, me encontraba de nuevo en la sala de espera con los amigos y familiares, esta vez habrá habido unos veinte. Estábamos muchísimo más felices que el día anterior. Hay un montón de gente que les dan menos de un año y viven cinco, diez. Con dos años tengo para rato. Para mí el alivio principal es que en dos años sí iba a tener tiempo de terminar de escribir mi pequeño y complicado libro de ciencia ficción. Mi hermano mayor me dio su smartphone, insistía en que escriba algo en mi muro de Facebook.

Vamos a enfrentar el cáncer...

¿Vamos? debí escribir voy... quería pensar esto pero no lo llegué ni a pensar porque junto a mí estaba mi enamorada, la mujer que amo y me ama y estuvo conmigo todos los días, también estaban mis padres, los eternos luchadores, y toda mi familia, y mis amigos, mis hermanos que se quedaron haciéndome guardia todas las noches: Paco, Sergio, y también Julio, Lita y Nancy que también son mis hermanos. Vamos está bien.

Vamos a enfrentar el cáncer con lo que más le duele...

Escribía torpemente y no sabía qué quería decir hasta que lo escribí.

Vamos a enfrentar el cáncer con lo que más le duele: UNA SONRISA

De pronto una lágrima se escapó de mí casi imperceptible pero pude desaparecerla con un pequeño movimiento de mano por mi mejilla antes que nadie se diera cuenta. La frase les gustó a todos. En menos de un minuto ya tenía treinta likes y comentarios que leería otro día. No esperaba menos de ti. Dijo mi hermano mayor y me abrazó. Ese mismo día me trasladaron a oncología.

Vamos a enfrentar el cáncer con lo que más le duele: UNA SONRISA

Felizmente nadie sabrá con cuántas lágrimas.

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