viernes, 22 de abril de 2011

La noche de mi madre

Estaba sentado junto a mi madre viendo nuestra telenovela favorita. Leyó bien desconcertado lector. Nuestra telenovela favorita se llama Ojo Por Ojo y la pasan por ATV a las 10pm después de Magaly.

Normalmente yo no veo tele y normalmente mi madre duerme a las 10 en punto de la noche. Es así que ya casi nunca nos vemos. A veces solo en el almuerzo. Eso tampoco está tan mal. Lo bueno de mi madre es que siempre me ha dejado ser libre, y ese solo detalle la hace única entre todas las mujeres que han tenido la desgracia de toparse conmigo.

Sin embargo, esta improbable telenovelita nos da por lo menos una hora juntos día a día o noche tras noche que para mí es ya casi lo mismo. Varias veces en este verano yo llegaba de trabajar a las 10 de la noche y mientras almorzaba-cenaba veía con mi mamá lo que ella estaba viendo en la tele, supongo también que ella aplazaba una hora más su sueño para poder vernos aunque sea unos momentos, al comienzo no me daba cuenta, comía rápido y me iba a dormir o a hablar por teléfono o a internet o a cualquier parte.

De pronto una noche, mientras mi madre me sacaba chucaque con sus mágicas manos, me empezó a contar un poco la trama de la telenovela, yo siempre pregunto a mis padres las tramas de las telenovelas que están viendo pero solo para burlarme o dar algún comentario irónico.

La cuestión es que esta novela nos sincronizó a los dos. Y trato casi siempre de no faltar a nuestra cita. Pero anoche, la novela acabó rápido y ella aún no tenía sueño y yo quería seguir un rato a su lado. Recordé que Wendy Ramos, la entrañable vaca descarriada, se iba a presentar en el programa de Carlos Carlín. Le comenté a mi madre como quien no quiere la cosa y le interesó.

En realidad era la primera vez que yo iba a ver ese programa. Entrada con canción de Calamaro, buena señal.

-Ah, está lindo el Carlos Carlín, dijo mi madre, ¿es cierto que se va a casar con Carla García?

Me reí, el tono de su voz era tan cálido, le expliqué que solo era un rumor, que tanto Carla como él lo habían desmentido varias veces, pero que sí son muy amigos.

Luego no sé cuáles habrán sido los procesos cerebrales de mi madre en ese instante, habrá recordado que alguna vez le mostré una foto que me tomé con Carla o qué sé yo. (Mi madre ni siquiera sabe de la existencia del twitter, en su genial sabiduría procura mantenerse alejada de las computadoras por lo menos a unos 10 metros de distancia). La cuestión es que se le ocurrió preguntarme:

-¿Y tú por qué no te casas con Carlita?

Me volví a reír, era la frase más inesperada del mundo, solo atiné a explicarle que 'Carlita' es un poco mayor para mí. (Por no decir totalmente inalcanzable en todo sentido).

-Ah, dijo mi madre, pero parece una chiquilla, se ve tan linda.

Ok, pensé, esto tengo que escribirlo en mi blog para hacer feliz a una de las pocas reinas tuiteras que aún no me abandona.

El twitter es la jungla, y yo era el último mono, un innoble mirón solitario... #lalala


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Al fin apareció Wendy, mi madre abrió sus enormes ojos verde oliva indefinidos e infinitos, y sonrío. Vimos el programa completo, lamentablemente para Carlín, lo único que me gustó fue la presencia de Wendy.

Casi muero con el video del final del último capítulo de Pataclaun, nunca lo había visto y me conmovió mucho, y eso que yo crecí viendo Pataclaun, soy de esa generación, sí Wendy, aunque te joda, tú eres mi Yola. Qué final más triste carajo, acabo de verlo completo en youtube, y me he emocionado hasta las lágrimas. Una de dos, o mi cerebro borró ese doloroso capítulo de mi mente o los dioses paganos me protegieron de ese trauma. Esto es más terrible que la muerte del papá del rey león.

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Luego vino el ranking de los 10 momentos favoritos de la tele para Wendy. Eso fue para mí lo mejor de la noche porque con cada video, los ojos de mi madre brillaban de una manera singular.

Más allá del Chavo, Grease o un recuerdo muy lejano de Ferrando, a mí esos videos no me habían marcado para nada, nunca vi Candy ni la familia Ingals, mucho menos Yola ni Los ricos también lloran, sin embargo, la emoción de mi madre iba creciendo con cada video, el final de Marco encontrando a su pálida madre enferma a punto de morir fue incluso chocante.

Y mientras Wendy y Carlín comenzaron a mencionar a algunos artistas que ya fallecieron. De pronto el semblante de mi madre se ensombreció y la pude distinguir a mi lado con su vestido negro y su rostro lleno de arrugas que se me acercaba y me decía:

-Sabes, Nino, yo aún no supero la muerte de mi hermana.

Su hermana, mi tía Guille, yo tampoco he podido superar esa muerte. Fue una frase bomba. Yo quería pasar un momento bonito con mi madre, fue un segundo entre la lágrima y el abrazo fraterno. Empecé a preguntarle algunas cosas, mientras que en la televisión pasaban asquerosos comerciales por el día de las madres, mi madre y yo teníamos una conversación seria.

De pronto la vi a mi lado, con su reciente artrosis que le está deformando sus deditos, preocupada si hacerle o no una misa a su hermana este año. La animé a que lo haga. Ahí estaba ella, enfermita y todo preocupada por el recuerdo de su hermana. Mi madre, la católica, la linda crespita cajamarquina de ojos claros que nació circunstancialmente en el Callao y eso la ha hecho hincha del Sport Boys hasta los tuétanos, aunque nunca haya vivido en el Callao. Mi madre que vivió escondida sus tres primeros meses de vida en una canasta ya que mi abuela temía la autoridad de su padre.

Una vez, cuando mi madre leyó en los diarios que yo tenía un blog o algo parecido que alguien tiene a través de la internet que se llamaba El Hígado de Aquiles, ella me contó que durante esos tres primeros meses de vida, mientras estuvo escondida en esa canasta, las mujeres que apoyaban a mi abuela la llamaban de cariño "la higadito" porque era rojita, rojita que parecía siempre molesta pero nunca lloraba. Además mi abuela se excusaba ante su padre que estaba mal del hígado para poder pasar tiempo cuidando su canastita. Mi madre que en un inicio de su vida se llamaba Alicia Azucena y pasó a llamarse Reyna Azucena el día que su abuelo la descubrió escondidita y rojita en aquella canasta garciamarqueciana porque una nieta tan hermosa no podía llamarse de otra manera.

Mi madre que nos cantaba canciones maravillosas, y que cuando perdió la voz, me presentó a Neruda, y sus veinte poemas de amor, a través de un libro viejísimo que un alumno suyo le había regalado hace cientos de años y con dedicatoria y todo, de esta manera también me enseñó que ser maestro es mucho más que un intercambio de información vertical.

Mi madre que me hizo amar al Conde de Montecristo contándome lo contenta que ella se ponía cuando de joven leía a Dumas, ella me pedía cariñosamente que le lea en voz alta. Mi madre que lloró conmigo cuando me puse a leerle en voz alta Mi planta de naranja Lima que ella ya había leído miles de veces. Mi madre que era la única que se sentaba a escuchar conmigo mis cassettes de Facundo Cabral y Alberto Cortez. O los primeros CD's que aparecieron en nuestra casa que fueron de Palito Ortega y de Todas las Voces Todas. Mi madre que fue junto a mi hijo las únicas razones por las que volví a Perú.

Mi madre que anoche aprendió a cocinar ese pescado en el programa de Carlín y hoy nos preparó lo mismo pero con filete de pollo, porque mi madre más que católica es contreras, y nunca comemos pescado en semana santa, que para ella todo eso es un sucio negocio y así.

Mi madre a la que hace un tiempo atrás le escribí estos sucios parrafitos:

Mi madre es una mujer conservadora. Con una inteligencia muy aguda, tosuda hasta los tuétanos, no quiere réplicas, si la comida le salió fea, está rica carajo y se acabó, "coman todo" es su primera ley de vida. La segunda, la más importante para ella es "en la mesa como en misa". Por más que nadie le haga caso en ese segundo punto: siempre terminamos carcajeándonos o gritándonos o hablando obscenidades pero juro que ningún almuerzo familiar tiene ningún parecido a una misa. En lo que sí coincidimos sus cuatro hijos (yo soy el penúltimo) es en pensar que su tercera ley es la interpretación de la vida más infinita, sencilla y profunda que pueda haber para todo lo que sea la vida más allá de las puertas de nuestra casa: "Siéntate en tu culo".

No pienses por lo dicho anteriormente que mi madre es una mujer grosera y vulgar, en mi opinión es una madre excelente, aún con mil enfermedades, (ese maldito cáncer que nos robó su voz, nos robó su canto), y con el peso de los años en el alma (esos años cada vez más putos y traidores). Lo de odiar las malas palabras pero decirlas de vez en cuando es solo una de sus excelentes contradicciones. Cuando estábamos en el colegio nos solía decir: "no digan lisuras carajo" y ahora, antes de acabar la universidad, aún se sigue desesperando de escucharnos hablar nuestras exquisitas groserías a la hora del almuerzo, se desespera, se enoja, no sabe qué hacer, por un tiempo nos dijo: "¿qué tanto putamadre y putamadre? sepan bien que su madre nunca ha sido puta" por último nos ha dicho hace poco: "si sus profesores o la gente que admiran dicen lisuras, a ustedes les debe importar una mierda".

Nunca dejó de trabajar, de darnos su sonrisa, su grito, su apoyo, y sobre todo: respetar nuestra libertad, nuestro libre albedrío. Quién sabe si sus únicos defectos sean ser tan sacrificadamente católica o vivir tan moderadamente enamorada aún de Alan García.

Nunca nos inspiró cólera ni odio hacia nuestro padre, siempre nos hablaba encantadoramente de él por más que él saliera a trabajar a las 6 de la mañana y siempre siguiera "trabajando" hasta pasada la media noche, por ella es que adoramos a nuestro padre tanto como la adoramos, a pesar de sus defectos, reconocemos su genialidad.

Recuerdo con lágrimas cuando alguna vez yo, de adolescente, lloraba desconsolado días de días encerrado en mi cuarto por algún desamor juvenil, ella no preguntó, no intentó averiguar nada, tenía mucho que hacer, solo se me acercó y sus únicas palabras fueron: "yo siempre le pedí a Dios tener hijos hombres porque pensaba que las mujeres sufríamos más, ahora me doy cuenta de que no es así, en donde quiera que esté tu dolor hijo mío, solo quiero que sepas que yo estaré ahí para apoyarte".

A mi madre la quiero no porque sea mi madre o porque me haya parido ni mucho menos porque me haya dado de mamar, la quiero porque siempre fue nuestra amiga, siempre se nos adelantaba en todo lo que pensábamos que la podríamos adelantar, leía de la forma más natural posible solo para no quedarse desactualizada, también recuerdo que nos pedía que le leyéramos como si ella fuera la niña y nosotros los narradores de cuentos, llorábamos juntos mientras le leía mi planta de naranja lima o el conde de montecristo; con mi hermano menor solían leer no se lo digas a nadie de Jaime Bayly porque los tabúes para ella son peores que las verdades, y nosotros, sus hijos, no viviríamos engañados nunca de los jamases.

Cocina exquisito, pero con métodos distintos, es homofóbica hasta la indignación y la ira, y babea aún viendo las películas de Paul Newman, sobre todo si está acompañado de Robert Redford.

Azucena, mi vieja, con su tez tan blanca, su ojitos color verde y su gordura de la que siempre le arrancamos alguna sonrisa, siempre será mi queso cajamarquino.

Hoy viernes santo ya nos ha hecho rezar, y cuando mi madre me pide que rece lo hago feliz porque la veo feliz y ella sabe que yo no creo en nada de eso, pero no por eso ella ha dejado de creer en mí.

4 comentarios:

  1. chevere, akiles. haces bien procurando pasar esos momentos a su lado, ahora es cuando. despues... pues ya no se puede y... duele mucho, no sabes cuanto

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  2. De vez en cuando es bueno, mientras tonteamos por este mar de internet, encontrarnos con una sorpresa maravillosa, de esas que te hacen pensar en cosas que deberiamos tener en cuenta siempre pero que descuidamos por que permitimos que la frivolidad envuelva nuestras vidas.
    Quiero que sepas que, sin querer quizas, has escrito un post que no olvidare, quizas por el resto de mi vida.
    Me has hecho llorar y sonreir al mismo tiempo.
    Gracias. lo necesitaba.
    Saludos desde Arequipa.
    Alexander Congona

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  3. Nunca es tarde para leer, aunque esto haya sido publicado en el 2011, pero uno siente lo mismo, me he reido y me he consternado totalmente, me solidarizo contigo, te felicito.

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  4. Nunca es tarde para leer, me he reido y a la vez consternado totalmente, escribiré sobre mi madre, mi madre es... lo maximo.

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