jueves, 25 de noviembre de 2010

'La escuela me tiene podrido'

Ese es el título de un libro escrito ¿ya adivinaron por quién? sí, por un profesor. Recién hoy, después de muchos intentos, terminé de leerlo, no es que el libro sea malo, al contrario. Lo recomiendo absolutamente a todas aquellas personas que alguna vez pasaron por un aula, o sea...


Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada. Albert Einstein


Era mi segunda semana en buenos aires, (ah, espero algún día tener tiempo para escribir todos los posts que quiero escribir sobre mis 3 meses en baires), era mi segunda semana en esa ciudad, digo, y yo, el que hasta hace 5 años se comía decenas de libros al año, el que siempre tiene cientos de libros pendientes por leer, el amigo favorito de mis libros favoritos, yo, el perrito lector de mi familia, me enteré de que en unos días comenzaba LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES.

Era una coincidencia extraordinaria, como todo lo que fue sucediendo poco a poco en esos tres maravillosos meses. Tendría que escribir un post completo sobre la FIL Buenos Aires, en fin, no lo hice en su tiempo, ya nunca lo haré... Mi primer día allí, ¿fue un error o no haber llevado todo el dinero que tenía? Compré 5 libros más, ya eran casi 20. Más que bolsitas, creo que voy a necesitar un carrito de supermercado, bromeé con el vendedor. Caminaba no sé por dónde, la feria es tan grande, venía cargando aquellos libros que hasta ahora no leo, simplemente estaba disfrutando aquel maravilloso paraíso de libros y mujeres hermosas, todo en un mismo lugar, era demasiada felicidad para mí.

Desde el momento en que tomé su libro hasta que lo dejé, estuve convulsionando por la risa. Algún día lo voy a leer. Groucho Marx


De pronto lo vi, 'La escuela me tiene podrido', el título me enganchó de entrada, el vendedor se me acercó , le expliqué que trabajo en un proyecto educativo en Perú y me interesaba mucho el tema de la educación. Mi barba de tres días, mis jeans viejos, mi casaca de cuero, mis 5 bolsas llenas de libros, no sé si yo encajaba con lo que el vendedor entendía como profesor, pero fue muy amable y me preguntó si lo era y me dijo que en toda la feria había descuento para maestros. Miré todos los libros que ya había comprado y le dije sonriendo con ingenuidad fingida: ¿por qué nadie me lo dijo antes?

'La escuela me tiene podrido', hice lo que nunca hago con los libros que decido que quiero leer, leí la parte de atrás. De momento no podía hacer otra cosa, ya no tenía plata, y tenía que esperar por lo menos hasta la siguiente semana para regresar a comprarlo, pero ese libro tenía que irse conmigo. No me equivoqué.

Todos podemos enseñar, y enseñar incluso lo que no sabemos. Jacques Jacotot


Por la cantidad de citas y frases célebres de filósofos y estudiosos el libro me recuerda bastante al entrañable 'Diario Educar' de nuestro Constantino Carvallo, sin embargo 'La escuela me tiene podrido' es, como podrán colegir por el título, un libro desenfadado y frontal que pone el dedo en la llaga, en todas las llagas que se ocasionan en nuestro paso por la escuela, llagas que muchas veces se vuelven tan difíciles de cicatrizar.

Y es que la escuela es difícil para todos: alumnos, porteros, profesores, vendedores ambulantes, auxiliares, kioskeros, padres de familia, y sobre todo para el director. Lo sé porque mi papá es el director de una escuela en la que yo he cometido el grave error de querer trabajar con todas mis ansias.

LOS PADRES MAESTROS Y LOS MAESTROS PADRES
En este débil equilibrio entre hipocresía y cordialidad quisiera proponerles que abordemos una de las situaciones más complejas en las experiencias escolares, de las que hay dos modelos.
1. Los padres maestros que envían a sus hijos a otra escuela que no es la escuela donde ellos trabajan. Solemos ser censores implacables de la gestión de la escuela. Solemos tener una mirada muy poco misericordiosa del accionar de los docentes. Pero cuando somos objeto de esa mirada, pedimos comprensión.
2. Y los maestros padres que comparten la experiencia escolar con colegas que son maestros de sus hijos. He aquí un nudo conflictivo.
Me ha tocado vivir esta experiencia, evaluando el accionar de las escuelas en mi triple condición de padre maestro, de maestro padre y de hijo de maestra en la escuela de mi madre y fuera de ella.

¿Qué les puedo decir?, tanto mi papá como mi mamá son profesores, y mis abuelos por parte de papá también lo fueron. Mi hermano mayor, aunque es ingeniero industrial, desde muy joven dictó clases a los alumnos de ciclos inferiores de la universidad donde estudió.

No fue fácil ver a mi padre pasar más tiempo con sus alumnos y preocuparse más por ellos que por nosotros que somos su hijos. No fue fácil ver a tanto padre de familia viniendo a insultar a mi padre, amenazarlo y faltarle el respeto y levantarle la voz por el simple hecho de que ¿quién se ha creído usted para intentar corregir a mi hijo?

Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista. Michael Levine

Estos padres que vienen a gritar al colegio en defensa de sus hijos son los mismos que en casa los maltratan, les gritan y les pegan, o se desentienden de ellos y les dan de todo con tal de no aguantarlos, que es otro tipo de maltrato incluso peor. Igual de repudiable es para mí aquel padre que viene a pedirle al profesor: 'péguele a mi hijo nomás, ya no sé que hacer con él'.

Es muy difícil ser profe, y muy difícil ser alumno y ser padre y ser hijo y ser compañero y ser tú mismo en un ambiente en el que todos los roles ya están predeterminados.

Una vez acompañé a mi papá al banco de la nación a cobrar su sueldo, lo esperé afuera, la cola era demasiado larga, pasaron un par de señores, yo no los oí pero mi papá se sonrío y luego me contó que uno de ellos dijo ¿Habrá mucha gente adentro? Y el otro le respondió: No, puros profesores nomás.

Me tiene podrido el discurso demagógico oficial y político estratégico gremial en relación con el malestar del docente. Y qué del malestar del cartonero, o el de los barrenderos, los peones golondrina o los médicos en una sala de guardia de un hospital público...
Sí, es verdad, la escuela es un lugar de tensión, pero también lo es un quirófano, el volante de un colectivo, un tiroteo entre policías y ladrones... y sin embargo les exigimos a los policías, colectiveros y cirujanos que dejen de lado todo malestar y nos atiendan y nos traten como si fuésemos ricos...

Norberto Siciliani es un profesor argentino que así como jugando jura y rejura que se epistoleaba con José Saramago, se entrevistó con personajes tan diversos como Carla Bruni, Sarkozy, Maru Botana, Lionel Messi o Mao Tse Tung y todos coincidían en decirle lo mismo: 'La escuela me tiene podrido'

Guardo aún una de las tantas cartas que me envió unos meses antes de recibir el Premio Nobel de Literatura José Saramago con quien sostenemos el valor de la epístola tradicional, donde me decía (lo que está entre comillas es textual): Querido amigo, "le recuerdo que en el siglo XIX se pensaba que por cada escuela que se construyera se cerraría una cárcel, algo que no se ha cumplido". Considero a los maestros como los auténticos héroes de nuestro tiempo. Pero "estamos confundiendo cosas complementarias, que son educación e instrucción. Hoy nadie habla de instrucción, sino de educación, lo cual nos llevaría a pensar que vivimos en una sociedad perfectamente educada. La auténtica educación no es la de saber datos de cultura general, no se trata de eso, sino de educación en el sentido del respeto por el otro, de la conciencia de nuestro lugar en la sociedad, de qué es lo que la sociedad tiene derecho de pedirnos, qué es lo que nosotros tenemos la obligación de aportar. Desde mi punto de vista, el problema es la familia, que no educa, no sabe, no puede, y entonces se transfiere la obligación de la educación para aquellos que solo pueden instruir. La escuela no tiene condiciones para educar, de modo que lo que está pasando ahora en la escuela es la indisciplina, la agresividad, la brutalidad en las relaciones entre estudiantes y maestros, que son humillados, despreciados, agredidos y que al día siguiente vuelven al lugar donde son humillados, despreciados y agredidos". Por eso la escuela me tiene podrido.


jueves, 11 de noviembre de 2010

Gracias Per

Hoy terminé de leer 'Salir a robar caballos' de Per Petterson, lindo libro, ¿qué puedo decir? para mí no hay nada mejor que un libro bien escrito que además de eso te recomienda leer otros libros. Ahora tendré que buscarme 'David Copperfield' de Dickens.

Recuerdo con mucho cariño 'Historia de dos ciudades' el primer libro de Dickens que menciona Petterson. Es el único libro de Dickens que he leído, pero uno de los mejores de todos los libros que pasaron por mis manos. Lo recuerdo con mucho cariño porque fue el primer libro que empecé a leer en simultáneo con otro.

Les explico, yo era un chico antisocial que le encantaba leer 100 páginas diarias, pero leía un libro a la vez, hasta que en una entrevista que leí de Hernando de Soto, él afirmaba que leía 11 o 12 libros a la vez. Esa vaina me loqueó. Decidí que Hernando de Soto me caía bien y que tenía que empezar a leer libros en simultáneo yo también. Quería empezar por dos a la vez, yo me moría por leer a Dorian Gray, ejem, qué diga a Óscar Wilde. No sé cómo me animé a leer Wilde y Dickens al mismo tiempo, no tenía ninguna referencia de Dickens, solo aquel libro de mi padre que se avejentaba en la biblioteca de mi casa, un libro llamado Historia de dos ciudades.

Empecé a leer en simultáneo aquellos dos libros tan distintos de dos autores tan desiguales. Mi plan era terminar de leerlos incluso el mismo día. Todo fue bien, los dos libros resultaron ser un lujo, pero poco a poco y página tras página, capítulo tras capítulo, palabra tras palabra, Dickens le iba sacando puntos de ventaja a Wilde. Dickens era un dios, Wilde solo un ángel rebelde, Dickens era un maestro, Wilde solo un parafraseador, Dickens brillaba cada vez más con cada palabra que iba leyendo, Wilde se deslucía a sí mismo.

No recuerdo en qué acabó Dorian Gray, solo agradezco a los dioses paganos que siempre me acompañan el haberme hecho leer primeo el final de Dorian y luego el de Historia de dos ciudades. Un final maravilloso, si el libro ya era una joya, un documento extraordinario de lo que fue Londres y París durante la revolución francesa, el final es sencillamente extraordinario. Creo que es mi final de libro favorito, además de ser uno de los más inesperados, es un final feliz, pero me dejó súper triste, lloré horas de horas y lo releí muchas veces de puro masoquista que soy.

Gracias Per Petterson, todo esto lo recordé hoy que terminé de leer tu libro 'Salir a robar caballos', un excelente regalo de una excelente amiga que, como con todas mis amigas, hago todo lo posible para que me deteste, es decir, nada..

Íbamos a salir a robar caballos, y sabíamos que se nos notaba, éramos unos delincuentes. Eso cambia a la gente.

...y en cuanto vislumbré el morro del caballo más próximo que estaba casi a mis pies, me dejé caer desde la rama con las piernas abiertas rígidamente hacia los lados y aterricé un poco demasiado cerca de la nuca del animal, de manera que me golpeé la entrepierna con sus huesos, lo que me provocó arcadas que me subieron hasta la garganta, parecía tan fácil cuando el Zorro lo hacía en las películas...

¿Ocupaste tú el sitio que me pertenecía? ¿Te tocaron años de mi vida que me correspondían a mí?

Siento haberme reído, dijo mi padre, pero es que ha sido tan jodidamente cómico... como algo de circo. Ya sé que para ti no ha tenido gracia. Ha sido una verdadera tontería por mi parte reírme. ¿Te duele algo? -En realidad no, dije. -¿Y el alma? -Un poquito, quizá.

...y somos nosotros quienes decidimos cuándo nos duele.

Bonus track: Cómo olvidar de aquel París de Dickens la frase: ¡libertad, igualdad, fraternidad... o sangre!

PS: Antes yo era un chico antisocial que le gustaba leer 100 páginas diarias, ahora soy un chico antisocial que pierde su tiempo cada vez menos en el facebook y más en el twitter. Y nunca, nunca ya en su blog.

martes, 9 de noviembre de 2010

No durante mi turno

Los recuerdos que guardo de mi infancia son muy pocos, y casi todos ellos los recuerdo más por las cicatrices de mi cuerpo que me acompañan desde niño, la más grande de ellas surca mi barriga desplazando mi ombligo ligeramente hacia la izquierda. Fue de cuando me operaron del apéndice.

De aquel tiempo existía una foto en la que aparezco a lado de una modelo amiga de mi papá que vino a visitarme para darme apoyo moral, lo único que recuerdo de esa imagen es que yo parezco un esqueleto vivo. Supongo que al recuerdo de esa foto le debo no haber olvidado nunca al Segismundo de Calderón de la Barca en La vida es sueño cuando recitaba: siendo un esqueleto vivo, siendo un animado muerto...

Yo tenía 8 años y vivía en Barranco, Lima-Perú, paseaba con mi familia por el puente de los suspiros, fue mi madre la primera en notar el malestar. Al día siguiente, muy temprano, me llevó a una posta médica que quedaba frente a lo que en ese tiempo era el colegio Mery’s Children, uno de los más pitucos del distrito.

Allí me diagnosticaron Hepatitis y me enviaron a mi casa con una bonita receta médica que debía seguir al pie de la letra.

Y la seguí durante varios días sin ninguna señal de mejora. A la semana y ya con todo el cuerpo amarillo, casi sin poder caminar, sin apetito, y vomitando fluidos verdes y ambarinos, mis padres me llevaron de emergencia al hospital del empleado, de aquel paseo recuerdo que decoré el taxi casi casi a punto de llegar.

Los recuerdos de aquella noche son imágenes borrosas, como fotografías muy antiguas desgastadas por el tiempo: el taxi, la náusea, la sala de emergencias, mi papá llevándome en sus brazos de lo tan débil que yo estaba, un olor raro, los pasadizos, el doctor, sus dedos en mi estómago, los hundía y los sacaba con rapidez, ¿te duele? los volvía hundir ¿te duele cuando los hundo? y los sacaba ¿o te duele cuando los saco?

Yo no me quejaba de nada aunque me duela. A mi pequeña edad ya era un experto en estos casos, esa no era la primera vez que me enfrentaba a un doctor ni muchos menos, claro que nunca me habían llevado a un lugar tan grande, lo normal eran clínicas y postas de salud, pero no arrugué. Decidí que el doctor me caía bien y colaboré en lo que pude respondiendo sus preguntas. Casi sin escucharlo el médico dijo lo siguiente: “Apendicitis Aguda Gravísima, este apéndice está a punto de reventar, si lo traían mañana no hubiese aguantado ni siquiera el viaje en taxi, si lo traían solo una hora más tarde el cuadro de peritonitis hubiese sido intratable”. En realidad, eso tampoco lo recuerdo, pero saco mi línea por el tamaño de las cicatrices y los exagerados recuerdos de mis padres.

De repente me encontré tendido en una cama de hospital con un mandil que me dejaba descubierto el culo y parte de la espalda. Me inyectaron la anestesia. Hasta ese momento todo bien, las inyecciones no eran novedad para mí: vacunas, fiebres e infecciones ya me habían dado la experiencia suficiente para afrontar esta anestesia sin molestia alguna. Incluso creo que me dio risa cuando el doctor empezó a contar: 1, 2, 3, como si esa ampolleta, 4, 5… fuera capaz de tumbarme... 6… 7…

No recuerdo haber escuchado nunca el número ocho. Me quedé viendo la deslumbrante luz encima del quirófano y caí en un profundo sueño.

Cuando desperté, estaba en medio de un pasadizo oscuro y lleno de camas con enfermos de igual gravedad, intenté levantar mi cabeza para ver más allá, intenté. Me dolía todo el cuerpo, no podía moverme, ni siquiera girar el cuello, nunca encontré un final ni un principio a la fila de camas que me rodeaban. Aunque esto parezca un sueño yo no lo recuerdo como tal. La segunda vez que desperté ya estaba en un salón grande con cuatro camas, ufff esta vez me dolía hasta los dientes.

Es extraño pero no fue sino después de muchos años que recién tomé conciencia de que estos recuerdos los tengo en mi memoria como si los hubiera vivido en tercera persona, no sé si me explico, yo me recuerdo nítidamente a mí echado en esa cama, recuerdo que jugaba conmigo mismo, me miraba mi ojo de cerquita y luego me alejaba todo lo posible, hasta el techo, hasta la ventana, nunca podía llegar más allá. Eso sí, no apartaba la vista ni por un segundo de mí mismo.

Supongo que era la fiebre.

Estoy seguro de que no lo soñé. Me da gracia que a pesar de que no podía moverme ni un milímetro, mi espíritu rebelde se las arregló para inventar un juego en aquellas circunstancias tan extrañas.

Estuve internado un mes, y un mes más en mi casa recuperándome. Viví varias semanas con la barriga literalmente abierta. Me miraba mucho al espejo pero ahora lo único que recuerdo es que las paredes estomacales asemejaban el interior de una granadilla. Tuve algunas recaídas, sé que me operaron más veces pero solo recuerdo la primera, ¿cómo olvidarla? las cicatrices me la recuerdan siempre.

Una mañana antes de pasar por el quirófano otra vez de emergencia, recuerdo que me levanté para orinar y algo apestaba, era yo, había pus por toda la cama. Era una infección.

Algunos doctores pensaban que no iba a lograrlo, yo mismo, me la pasé muchos años pensando que lo mejor hubiese sido quedarme ahí, en esa edad en la que todos me hubiesen recordado como un niño hermoso y genio que a los 5 años ya sabía leer y multiplicar. Del hospital me dieron de alta con la barriga abierta y hecho un esqueleto humano, parecía un alien con la cabezota que me manejo y el cuerpecito que me quedó después de tanta operación, fiebres, inyecciones diarias, transfusiones de sangre y complicaciones diversas.

Mi voz se apagó, mi cabello se afeó, mi caligrafía se hizo horrible (hasta el día de hoy) muchas habilidades motoras se me atrofiaron.

Pasarían por lo menos tres o cuatro años para recuperarse del todo, y regresar a mis andanzas de mocoso terrible y jodido una vez empezada la secundaria. Mi madre aún sigue creyendo que fue un milagro de san martincito de porres. Con el tiempo aprendí a amar la vida. "quiero estar bien vivo, no quiero morirme de ninguna manera, tan rico que es vivir" me dijo alguna vez Víctor Delfín y yo le creo.

Todos estos recuerdos regresan a mí ahora que recibo unos correos de la multinacional Kimberly Clark Health Care para difundir una campaña de prevención que protege a los pacientes de Infecciones Asociadas a la Asistencia Médica (IAMM) denominada No Durante Mi Turno en http://es.haiwatch.com

En el siguiente enlace está la explicación a todo: http://prevenciondeinfecciones.com

Comparto esta invitación con ustedes para que apoyen y difundan esta campaña de prevención a través de las redes sociales, twitter, blog, facebook, etc.

"Para nosotros es muy importante lograr comunicar este mensaje a través del mundo por que es un problema que debe ser completamente evitado. Si logramos concienciar a las personas de las Infecciones Asociadas a la Asistencia Médica (IAAM) estoy segura que podremos lograr un cambio positivo para el futuro." Me escribe Claudia Barajas a mi gmail y yo le creo.

El riesgo de infecciones asociadas a la asistencia médica en algunos países en vías de desarrollo es 20 veces más elevado que en países desarrollados.

Las infecciones asociadas a las asistencia médica constituyen un problema que ha alcanzado el nivel de crisis mundial.

En un momento dado, 1,4 millones de personas en el mundo sufren infecciones adquiridas en los hospitales.

Los pronósticos muestran que en países desarrollados al menos uno de cada 10 pacientes se perjudican mientras reciben atención hospitalaria.

domingo, 7 de noviembre de 2010

El Pirata que yo fui

Ya había anochecido hace rato en los parques de palermo, el concierto solidario argentina abraza a argentina llegaba a su fin. Abrió la tarde walter domínguez, siguió miranda, inesperadamente miranda, luego entró d-mente y algunos grupos argentinos que yo no conocía, los tipitos, estelares, árbol, los más esperados fueron 'no te va gustar' a mí que soy un desquiciado de la ortografía española, por supuesto que no me gustó, la escritura correcta del nombre del grupo debió ser 'no te va a gustar'. Ese pequeño detalle me bastó.

Ya habían tocado los cafres con la compañía de fidel nadal, y un místico reggae revitalizante flotó por el aire. Ya había tocado un antipático vicentico que todos querían que no se quede, que se vaya rápido. Me sorprendió que mientras vicentico tocaba para el olvido unas cuantas canciones que la gente no seguía, todos empezaron a corear "pappo no se murió, pappo no se murió, que se muera cerati laputamadrequeloparió" y justo al otro día cerati caía en coma hasta el día que estoy escribiendo estas líneas... en pocos minutos, un considerable grupo de argentinos desestimaba a dos de sus más grandes referentes musicales, vicentico y cerati. (Porsiaca ignorantes, Pappo es Pappo Napolitano, el genial Pappo de la paternal que falleció hace unos años, al cual, por cierto, ni vicentico ni cerati se acercan lo más mínimo.)

El plato de fondo fueron los auténticos decadentes, la fiesta fue fenomenal, la sensación de libertad se apoderó de mi cuerpo, olvidé el cansancio, las horas de pie, saltando, apretando, forcejeando con los extraños, la mano que intentaba captar fotos que ahora están perdidas en algún cd, todo el cansancio se me fue, sencillamente los auténticos lo cantaron todo, ya había anochecido hace rato y el concierto solidario en los parques de palermo llegaba a su fin.

Las dos últimas canciones, memorables: la guitarra y los piratas, mi vida pasó delante de mis ojos, todas las fiestas donde bailé esas canciones, los cassettes donde los escuchaba, todo volvió a mí mientras saltaba a la par de los otros 55 mil argentinos que me acompañaron esa tarde que ya se había hecho noche.

Para que tengan una pequeña idea de la locura que desataron esas canciones, agrego a este post la versión de la canción pirata en la fiesta del bicentenario, otro pequeño concierto gratuito al aire libre en el que me los encontré a estos decadentes.



Nunca olvidaré la manera en que canté esa canción pirata aquella tarde. Era como si pudiera ver todo desde otro ángulo, me metí al pogo, en ningún concierto en Perú de metal había visto un pogo tan temible, no me importó, era uno de esos momentos eternos que te da la música.

¿Que a qué viene todo esto? Pues a algo que no tiene nada que ver con esto. De pronto me encontré a mí mismo en twitter defendiendo algo que nunca pensé que iba a defender. La compra de un libro original. Sí, así es, se trata de la novela más reciente de Mario Vargas Llosa (no quiero decir última) El Sueño del Celta..

La mayoría de personas que sigo en twitter se quejaban de que estaba muy caro los 69 soles que cuesta la novela, que cómo va a ser posible y toda la vaina de la pobreza de siempre y que así cómo quieren que haya gente culta en este país y todo el rollo. Algunos ya malearon diciendo que la iban a conseguir en versión pirata o que a través de internet les salía a mitad de precio.

Más allá de las bromas que a veces se suscitan en el twitter, a mí el tema me ofuscó.

Primero, a nadie le interesa que haya gente culta en nuestro país, eso ya está visto desde siempre.
Segundo, leer El sueño del celta, no te convierte por acto de magia en 'una respetable persona culta'.
Tercero, he visto libros categoría caca que cuestan más, mucho más de 69 soles, ¿cuántos de ustedes han visto en las bibliotecas de sus amigos las colecciones completas de harry potter, señor de los anillos, crepúsculo y qué sé yo qué tanta otra porquería que se publica ahora y se vende como pan caliente en todo el mundo?
Cuarto, el hábito de la lectura no empieza por el precio de los libros.
Quinto, así ese libro lo regalen en las escuelas públicas, no creo que muchos lo lean.
Sexto, la mayoría de personas que les parece un insulto, una cachetada para la pobreza peruana, gastar (digo gastar, no pagar) 69 soles por una novela de Mario Vargas Llosa, gasta mucho más dinero en bebidas alcohólicas, accesorios innecesarios, y demás tonterías, lo que la moda dicte que es obligación.
Séptimo, espero que los que están tan desesperados por leer El sueño del Celta, ya hayan leído al menos Conversación en la Catedral, La guerra del fin del mundo, o alguna otra de las novelitas de nuestro nobel. Sí, lean bien la última palabra que he escrito: 'nobel', y lean además y con detenimiento la palabra que le antecede: 'nuestro' y póngase una mano en el corazón y la otra en el bolsillo y repitan después de mí: Mario Vargas Llosa Vale Oro Carajo.

PS. Este no fue un post auspiciado por ninguna librería ni editorial ni es un canje de nada, ahora si usted amable lector se le ablanda el corazón y desea sorprenderme con un pequeño regalo de navidad, ya sabe, mi correo de gmail lo reviso a diario.