lunes, 26 de marzo de 2012

Lucho Rossell: Humor negro a todo color

Un pequeña pequeña apreciación personal sobre la obra de Lucho Rossell



Aunque su naturaleza es oscura, el universo creativo de Lucho Rossell está lleno de colores y contrastes. A él no le tiembla la mano a la hora de teñir de rojo la sangre, así esté pintando en blanco y negro. Al pan, pan y al circo, circo.

Pero si es con una cervecita mejor, para conversar como amigos. Para decirte las cosas que veo de la manera en que la veo:

El político es siempre un viejo corrupto y la iglesia católica una anciana hipócrita. La pedofilia es pecado capital, maldita sea. La farándula es basura y la prensa no se queda atrás, es una cortesana que se ofrece al mejor postor. La desigualdad duele, no es un dato. La pobreza es triste pero existe. Las mujeres maltratadas nos avergüenzan porque somos hombres de verdad. El empresario de éxito casi siempre es un farsante. Nuestra marca Perú está manchada de hipocresía, de racismo y de sangre.

Hasta nuestro premio nobel de literatura tiene un pasado oscuro, y a nuestro querido amigo Rossell le encanta meter el dedo en la llaga. Ahí donde más jode. Nos muestra la verdad incómoda. La careta hipócrita de una sociedad desorientada que cree que costumbre es sinónimo de cultura y que poder es sinónimo de oportunismo.

La coyuntura es un gran guión del que Rossell saca provecho todas las semanas a través de su trabajo en El Otorongo, donde es uno de los colaboradores más activos y recurrentes. El cinismo y el sarcasmo están tan mimetizados en su obra como en la vida misma. Humor negro a todo color. Políticos feos y sin alma a los que su pincel embellece y agracia para que no sean tan repulsivos a la vista.

Sus textos son directos y mordaces. Van derecho al grano. No te florean, no tienen maquillaje. Entran rápido y sin lubricante. Ninguna palabra sobra. Sin embargo, sus mejores creaciones son las que no necesitan de lenguaje escrito, cuando la imagen habla por sí misma, cuando los contrastes nos muestran la verdad aunque seamos analfabetos. Ahí está y es innegable, aunque a muchos nos guste sonreír y pasar la página o hacer click en otra ventana.

Una vez le comenté que habían asesinado a un caricaturista político en Brasil, él me respondió al instante y sin dudar: “Sucede en todo el mundo, compadrito. Acá nos matan de hambre”. Eso resume la historia de todo artista talentoso en el Perú. Qué gran verdad.










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