Cuando me acerqué a tu abuelo hace dos años y tres meses a confesarle lo que venía ocultando desde unos días antes, (es decir, tu existencia) sabes Salvador, yo estaba preparado para todo menos para lo que sucedió: “¿Y piensas tenerlo?”, “Sí.” Luego me abrazó raudamente como casi nunca lo hace y me dijo: “No te preocupes, un hijo siempre es una felicidad.”
Sabes Salvador, para variar tu abuelo no se equivocó.
Hoy se celebra en el mundo el día del Padre. Y tú tienes la mala suerte de que yo sea tu padre. No sé si esperaré cada año esta fecha alrededor de la media noche para escribirte una carta triste hasta que tengas edad para leerlas. En verdad pienso mucho en la posibilidad de morir en el minuto menos esperado. La vida es tan frágil… y su incertidumbre, tan desconcertante…
Verás, un ejemplo, tu abuela.
Tu abuela se llama Azucena, Reyna Azucena, así, con Y griega. Ella tuvo un cáncer hace 17 años, piensa, yo tenía recién 7 años y tu tío Sergio, mi hermano menor, aún no cumplía su primer añito. El golpe fue fuerte para todos nosotros, ella estuvo varios meses en el hospital. Recuerdo que nos íbamos a visitarla todos sus hijos, éramos muy pequeños para darnos cuenta. Corrección. Yo era muy pequeño. Mi hermano Paco, tu tío, que tenía 9 años, siempre se dio cuenta de todo.
Recuerdo que tu tío Sergio dio sus primeros pasos en ese hospital con un ponchito que tejió varios años antes mi abuelita Edelmira que fue pasando de hermano a hermano. Tu tío Manuel (el mayor) aún guarda aquel ponchito. Tú usarás una réplica idéntica que Manuel y su hija (tu prima) pronto te regalarán.
Aquel año, creo de 1992, el Perú tampoco estaba para pasarla bien, el terrorismo se sentía aún con fuerza. Explotó un coche bomba muy cerca al hospital donde se encontraba tu abuelita Azucena, y para colmo, los apagones nos mantenían incomunicados. Aquella noche fue terrible, escuchábamos pequeñas noticias a través de una radio a pilas, no podíamos movilizarnos, no sabíamos qué tan graves fueron los daños en el hospital donde se encontraba tu abuela.
Felizmente nada grave le pasó.
Algunos meses después, tras varias operaciones y tratamientos, tu abuela volvió a vivir con nosotros en nuestra pequeñita casa de Barranco.
En realidad, su estado seguía siendo reservado, su caso, cáncer de carótida, era muy raro en el mundo. Los doctores dijeron que solo se habían reportado ocho casos antes que el de ella. Creo que fue en medio de esa perplejidad que tu abuelo se decidió a celebrar el primer añito de tu tío Sergio. Como quien dice, antes de que su mamá se vaya de viaje definitivamente.
Por supuesto tu abuela ya no era la mujer de voz maravillosa que nos encantaba con sus canciones y sus nanas. Su hermoso cabello crespo había quedado muy reducido. Los doctores le dijeron que le quedaba pocos meses de vida, pero ella no se rindió.
Al ver que ella no se moría, dijeron luego que nunca más podría volver a hablar, que era imposible. Pero, sabes qué Salvador, ella no se rindió. Poco a poco comenzó a hablar nuevamente como susurrando. Al año siguiente volvería a dictar clases con ayuda de un micrófono pegado a un parlante portátil. Una especie de megáfono frankeinstein, un improbable ancestro del handsfree, híbrido por cierto, milagro de algún electricista convencido gracias al testarudo de tu abuelo de que eso podría funcionar y a pilas, “usa mi radio, mi walkman, mi micrófono y pídeme todo los cables que necesites”.
Así ella pudo completar los nosécuántos años de servicio necesarios como profesora estatal para retirarse con un sueldo más o menos decente.
Pero todo esto, amado hijo Salvador, no es lo peor que le ha pasado a tu abuela Azucena que tanto te adora. Lo peor no te lo puedo contar de forma pública, jubilarse en verdad sería el inicio de un trabajo mucho más arduo y más duro. Le tocó estar sola acá en Trujillo en pleno fenómeno del Niño, además de varios años trabajando realmente como una esclava para que no nos falte nada.
Yo la admiro y la quiero y me avergüenzo ahora que me doy cuenta de todas las cosas que ella ha hecho y aún hace por nosotros. Aún se levanta muy temprano a trabajar, ya no tiene por qué hacerlo, pero quiere hacerlo. Y con muy buen humor. Ella es la que nos tranquiliza y nos da sabiduría y nos acompaña con su bendición.
Sin embargo, en estos últimos meses, como que pareciera que ella ya se ha dado cuenta de que ahora sí se le están acabando las fuerzas, y no es que se rinda pequeño Salvador, ella es la más fuerte de todos nosotros, pero… no recuerdo, por dar un ejemplo, cuando fue la última vez que nos haya gritado “Estoy entre dos cuartas y un repique” (recordatorio de que es una mujer oficialmente “desahuciada”.) Y vaya que lo gritaba de una forma muy enérgica.
Hace un mes falleció su hermano Marco, la salud de su hermana Guillermina está cada vez más resquebrajada, y hace un año murió de manera inesperada su hermano Armando. Por él es que tú te llamas Salvador Armando. Ellos son los tres hermanos que tu abuela más adora.
Tú eres la adoración de tus abuelos, tu abuelita te adora Salvador, tú eres su Armandito, su nieto crespito, su pequeña gran alegría. En verdad es un milagro que aún podamos verla alegrarse por algo a pesar de todos su lutos internos.
Esa es la incertidumbre de vivir, y gracias a ti ese milagro improbable de verla sonreír se renueva todos los días Salvador, todos los días que vienes a visitarnos y los días que no, recordando tus ocurrencias.
Eres un buen hijo, y esa es una suerte que nunca pensé merecer. Recién hace unos días te enfermaste por primera vez, tu primera enfermedad más o menos seria, una infección estomacal. Como tu mamá también se enfermó, nos tocaba a nosotros cuidarte, a mí con la ayuda de tus abuelos que no querían dejarnos solos por más que se lo pidiera.
Después del almuerzo, mi papá casi empieza a llorar con un recuerdo traicionero. Dijo “Me pregunto cómo habrá hecho mi madre para cuidarme a mí y a mi hermanito sola en medio de la sierra hace más de cincuenta años.” Entonces vi que sus labios empezaban a temblar y sus ojos a humedecerse y me apuré. “Bah, yo me pregunto cómo habrá hecho la vieja para cuidarnos a sus cuatro hijos sola cuando tú te ibas a trabajar a las 6 de la mañana y regresabas a media noche”.
Fue un reproche absurdo. Tal vez en otra circunstancia hubiera provocado en tu abuelo aquella tristeza absoluta que muchas veces le provocan mis reproches absurdos. Pero esta vez, al parecer, lo tranquilizó.
La noche fue larga, lloraste mucho y a cada rato, por primera vez a mi lado. Otras noches que dormí contigo parecías un ángel en mis brazos y te despertabas con una sonrisa maravillosa al verme. Esta vez fue difícil, pero yo estaba allí cantándote aquella vieja canción de Bob Marley y otras más. Alzándote para que te tranquilices, y tus abuelos también estuvieron allí. No quisieron dormirse nunca.
En fin Salvador Armando, que en una carta es imposible contártelo todo, esta vez solo quise presentarte un poco a tu abuela. Solo un poco porque sus historias son interminables.
Tal vez, cuando tú crezcas, tus abuelos ya no estén aquí. Tal vez tú no necesites trabajar y sufrir tanto como nosotros, nadie lo sabe. Solo espero que algún día tú puedas leer estas cartas y que ese día yo siga a tu lado. Se lo pediría a dios pero yo no soy creyente, pidámoselo juntos a tu abuela.
#2 | 14:38 | 01/06/2009
Cecilia
Me parece excelente la campaña de ayuda, siempre participo, pero porque esperar a que mueran tantas personas para iniciarla? si se sabe que todos los inviernos pasa lo mismo...con un poco más de planificación la ayuda sería mas eficiente.
#3 | 14:42 | 01/06/2009
Sofia Silva
Por Dios!!!!!!! TODOS LOS AÑOS LO MISMO!!!!!!!! ES QUE ACASO EL ESTADO NO TIENE UN PLAN PREVIO PARA AYUDAR A ESTAS PERSONAS????? TODOS LOS AÑOS PIDEN LA MISMA AYUDA!!!!!!!!! NO HAY UN CONTINGENTE DE AYUDA? NO HAY INTELIGENCIA EN NINGÚN GOBIERNO???? NO SABEN PREVER QUE TODOS LOS AÑOS HAY INVIERNO????
POR ÚLTIMO, QUE HACE ESTA GENTE TODOS LOS AÑOS CON LAS FRAZADAS QUE SE LES REGALA? LAS QUEMA???? O LOS DEL ESTADO SE LA QUEDAN Y LO VENDEN????
#4 | 14:44 | 01/06/2009
Raul
Una consulta: Todos los años tendremos que esperar que declaren emergencia el departamento de Puno y otros para realizar campañas y otros, y asi recolectar frazadas (que hacen con las del añopasado), etc, etc.
No se puede ejecutar un plan a largo plazo (la epoca de friaje, estará ahi todos los años) para hacer actividades coherentes y que el esfuerzo (tan noble y bueno) de los peruanos pocupados no se diluya por que no hay unas metas claras y comunes que sean consistentes??
#5 | 14:46 | 01/06/2009
FIORELLA
ME PARECE PERFECTO QUE AYUDEMOS,YO SOY LA PRINCIPAL COLABORADORA.PERO LO QUE QUIERO SABER ES QUE VA A SER EL GOBIERNO ANTE ESTO????????????POR FAVOR INFORMENOS!!!!!!!! QUE RICO ES QUE SE LLENEN LA BOCA HABLANDO Y NO HAGAN NADA.
#9 | 14:57 | 01/06/2009
Rodolfo
Me parece excelente la idea de colaborar con nuestros hermanos del sur del Perú, es en estos momentos en los cuales se pone de manifiesto la solidaridad de todos los peruanos, pero ¿si se sabe que todos los años y por estos meses se produce una fuerte baja de temperatura en esa zona, qué hace el gobierno central o regional al respecto?.No estoy en contra de la solidaridad, estoy en contra de la ineficacia de las autoridades (políticas, de salud, etc) ante determinadas circunstancias.
#15 | 15:22 | 01/06/2009
Jorge
La clásica política del méndigo. No dicen que el Perú es un país próspero, que tiene excelentes reservas y el crecimiento asegurado, que somos un país ejemplar y tantas cosas. De que vale tener tantas reservas cuando nuestros hermanos están muriendo miserablemente???. Esto DEBE ser asumido por el gobierno como política de estado, basta de ineptitudes y de desperdiciar el dinero en otras cosas sin sentido, es obligación del gobierno apoyar a los hermanos de Puno, a través de una política de estado, no a través de dádivas.
#17 | 15:25 | 01/06/2009
Martin Lama
Campañas como estas son bastantes solidarias y positivas, pero que pena que todos los años se repita lo mismo y el estado siempre obseva de manera indiferente hasta cuando???
(y muchas hitorias parecidas)