sábado, 7 de marzo de 2009

El mejor enemigo

Ellos nacieron creyendo que los amábamos


¿Quién saca la cara por los animales en un país donde la norma es matar al perro para acabar con la rabia? Los que pasan por alto el sufrimiento de nuestros "mejores amigos" ignoran que el hombre es, casi siempre, un asesino desorganizado. Con "amigos" como nosotros ¿quién quiere enemigos?



Texto: Orietta Brusa

Hay modas y modas. Lo más importante es seguir la moda que esté de moda. En Trujillo ya somos muy “in”: nos estamos llenando de malls, esta especie de moderno paraíso terrenal donde todos podemos soñar que pertenecemos al primer mundo… Pero, bueno, ese es otro tema.

Al mismo tiempo, contradictoriamente, seguimos otras modas: la ecología, el ambiente, la protección de la fauna salvaje, la lucha a la contaminación. ¡Qué bonito! ¡Cómo somos modernos!

Por supuesto, cuando se habla de fauna, nos referimos al panda gigante, al leoncillo, al oso perezoso, a los dragones de Komodo y a cuantas otras criaturas vivan bien lejos de nuestro hábitat y no nos molestan en lo más mínimo.

Cuando se habla de animales domésticos, el discurso cambia. Por ejemplo: el perro callejero, producto de la incivilidad, del egoísmo y de la ceguera humana, además de la concepción tolemaica del universo: el humano al centro de todo y con derecho a todo.

Estos animales son abandonados por variadas razones:

1. El dueño “descubre” que el cachorrito que compró para divertir a sus hijitos, no es un peluche y por lo tanto come, jugando hace daños (costumbre muy difundida también entre los cachorros humanos).

2. Un perro ladra, orina y defeca en cualquier parte. (También pudiste haberlo educado señor civilizado). Por lo tanto molesta y lo bota.

3. Se enferma y no vale la pena gastar en él, mejor “desecharlo”. (¿y ese último celular cuánto te costó?)

y/o

4. Descubre que el perro fino, carísimo y otro símbolo de su status, es mucho más fino que él mismo...

Personalmente tengo cuatro perros, recogidos medio muertos de hambre y de enfermedades. Hasta ahora, gracias a San Francisco, los vecinos no se han quejado, menos una, la clásica “dama” de oropel (¿será pariente del sofisticado Comandante que quiso desalojar el refugio Amigo fiel o es sólo otra que no conoce aún la revolución copernicana?).

Los pobres animales sufren penas horribles y, en vez que despertar la compasión en los tiernos corazones humanos, suscitan molestia y asco. Si alguien los recoge y los cuida, es un loco fastidioso y peligroso para la salud humana.

En muchos países, sobre todo católicos, regidos normalmente por una mentalidad medieval, las autoridades han intervenido para poner multas muy fuertes por el abandono y el maltrato de los animales.

Hace poco una jueza alemana ha condenado a 7 meses de cárcel efectiva a un tipo que ha matado su gato tirándolo por la ventana: una persona tan descontrolada y violenta que se desquita con un animal indefenso tiene que ser castigada. La jueza ha rechazado de pactar una multa de 1000 euros (más o menos 4200 soles): la plata no compra ni la cultura ni la civilización.

En esos países todas las municipalidades tienen perreras donde se recogen y se cuidan los animales callejeros. Aquí, nuestras “modernas” autoridades, siempre listas a pedir y aceptar plata de Europa para sus megaproyectos en aras del tan anhelado desarrollo, tienen la simpática costumbre de envenenar periódicamente a los perros callejeros.

Los pobres son penalizados dos veces:

una, porque son abandonados por hombres más brutos que ellos;

y dos, porque en vez que castigar al que comete ese acto de barbarie (el abandono), son castigados ellos.

O sea, en una situación humana, se va a la cárcel el que sufre un robo y no el ladrón. Esas autoridades, en un país civilizado, ya estarían en la cárcel. Aquí, justamente, son representativas del pueblo y administran el poder.

A pesar de todo esto, en Trujillo, como en otras ciudades del Perú, hay grupos de personas que crean refugios, por supuesto, con la contribución privada y voluntaria de unos pocos ciudadanos humanitarios.

Los refinados vecinos se quejan. ¡Qué horror! Los animales ladran (¿Nunca han escuchado el ruido que producen los humanos con sus cláxones, carros, fiestas hasta las seis de la mañana con música a todo volumen?) y ensucian (¿Serán los excrementos de los perros que producen la contaminación que está destruyendo el planeta?).

Creo que ni un brontosauro con un ataque violento de diarrea pudo producir tanta contaminación como la común y corriente ama de casa que usa, para limpiar su preciosa guarida y atender a sus seres queridos, tantos desperdicios químicos: detergentes, ambientadores, pañales desechables, contenedores de plástico y de tecnopor, etc, etc.

Los pocos civilizados que tratan de proteger a los últimos de la tierra, son perseguidos por bárbaros egoístas disfrazados de ciudadanos responsables preocupados por la higiene.

Una vez pasaron en la televisión la protesta (manipulada) de un grupo de gordinflonas, arrastrando sus críos flacuchentos, contra un refugio de perros que “comprometía la salud de los niños”.

Pagaría para ver el tipo de higiene que estas damas practican en sus hogares, saber cuánta comida chatarra se tragan sus criaturas, así como me encantaría medir la cantidad de contaminación que producen con todos sus artefactos y su estilo de vida.

El asbesto, que ha sido prohibido en todo el mundo hace 30 años por cancerígeno, se usa normalmente en las viviendas. Las gaseosas con colorantes tóxicos se transforman en la bebida nacional y los niños se las tragan proporcionadas por los precavidos padres.

Hablando de higiene ¿Cuántos en una reunión toman del mismo vaso y, quizás, luego besan a sus críos? Tal vez el primero de la gira tenga tuberculosis, el segundo herpes, el tercero hepatitis…

Otro papel interesante es el que juegan las autoridades: no hay una sola perrera en todo el país. Los perros que están en la calle allí mismo pueden enfermarse y morirse hasta que no molesten a los humanos, entonces los envenenan. No hay multas ni medidas de protección hacia los animales.

Justamente los ciudadanos no piden (ni hay espacio en su cabecita medieval para esto) el cuidado de los animales que sería, en el mismo tiempo, el cuidado de los humanos. ¿Se imaginan que pasaría en Trujillo si la municipalidad presupuestaría un gasto fijo para mantener una perrera? El primer grito sería el muy hipócrita “¿Y los niños pobres?”.

Los niños pobres no se han caído de la luna. Si sus padres tendrían un trabajo digno, las empresas “socialmente responsables” no tendrían que practicar la “virtud” de la caridad ni el alcalde interpretar el papel de “benefactor”.

Ciudadanos de buena voluntad quieren humanizar el centro histórico. ¿Además que restaurar las casonas, prohibir el ingreso de los carros y estrenar actividades culturales, no sería humano saber que uno puede pasearse sin encontrar perros abandonados en situaciones penosas? ¿Qué imagen tendrán de este país los tiernos y codiciados turistas extranjeros que (a pesar de los 700.000 irakíes masacrados por los países de la nueva Santa Alianza USA-UE) hacia los animales tienen una postura mucho más humana y civilizada?

Un pajarito me contó que quieren “restaurar” una huaca que está en el perímetro de la UNT. La restauración necesitará una considerable cantidad de plata, en realidad será una burda reconstrucción hollywoodiana (o chollywoodiana) que ningún restaurador serio aceptaría.

Como expresión cultural creo que sería mucho más efectivo proporcionar a la ciudad una perrera. Hacemos algo pequeño y concreto, en vez de soltar rollos hipócritas y abstractos en costosas conferencias sobre el medio ambiente y el patrimonio cultural que comprende la fauna salvaje. “Patrimonio cultural” es también el maltrato a los animales.

A propósito: en la INRENA trabajan los únicos trujillanos que no saben que en el mercado mayorista se venden libre y descaradamente animales de la selva y en condiciones terribles para esos indefensos animales encerrados en jaulas pequeñísimas, muchas veces amarrados de las patas como bestias, cuando supuestamente son el orgullo de la fauna peruana, ¿no? ¿o acaso ustedes se sienten orgullosos de la fauna política?

Abre la puerta a ese perro, cuídalo, aliméntalo y trátalo con cariño. Él te dará lo que jamás ningún humano sería capaz de darte.
Diógenes (Sinope, ca. 412 adC – Corinto, 323 adC)

“Una Civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”
Gandhi

“Una de las glorias de la civilización sería el haber mejorado la suerte de los animales”
Théophile Gautier

:(





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5 comentarios:

  1. Supongo que por eso nunca tuve una mascota. Mis padres jamás me lo permitieron.

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  2. Muy cierto lo que dice tu profe, por eso siempre hay que hablar por ellos, por los que no pueden hacerlo.

    saludos!

    pd. no entendí el comentario anterio...

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  3. DEFINITIVAMENTE LAS PERSONAS SOMOS LOS MAS SALVAJES DE LOS ANIMALES, Y MUCHOS DE NOSOTROS SOMOS INDIFERENTES A LOS ANIMALES MAS AFECTUOSOS Y SENSIBLES COMO LOS PERROS. ESTOY SEGURA QUE CADA DIA HABRA MAS GENTE QUE HABLARA POR ELLOS Y QUE HARA VER QUE LO QUE ELLOS HACEN ES POR CULPA DE SUS DUEÑOS.

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  4. de eso sé mucho, ayer dejaron en mi parke una caja con 7 cachorritos =(, x ahi unas señoras estuvieron de casa en casa ofreciendo los cachorros, yo los hubiera acogido, pero mi mamá no kiere más animales (ya tengo un gato y un hamster)... soo no sé q fueron de ellos :(... en fin...

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  5. siempre apoyaré a la gente que no pueda defenderse, así yo mismo, muchas veces no pueda defenderme.

    gracias por comentar

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